miércoles, enero 24, 2007

Ryszard Kapuscinski....ata pronto...


Grazas a Comunicación Cultural coñezo a morte de Ryszard Kauscinski...é un dos meus deuses contemporáneos, xa vos teño falado deste Herotodo do século XXI despois de X.C. (segundo a cronoloxía da relixión cristiana). Sempre que reflexiono sobre algo, unha frase súa aparece nun lugar do meu pensamento para sinalarme que él xa estivo alí, me axuda a comprender un pouco. Quérolle a Kapuscinski porque estiven con él o derradeiro verán, nas horas nocturnas nas que os meus ollos pousaban nas súas páxinas e descansaban ollando para a Alhambra que iluminada pola noite, era a perfecta representación de tódolos lugares polos que me levaba nas súas viaxes...Axudoume eses días a levar un pouco mellor tanta indignidad e morte, Galicia ardendo e no Líbano morrendo tododiós sen saber...Lede a este pensador e filósofo e seredes moito más prudentes.
Abrindo ao azar...."Viajes con Heródoto"...:

Los chinos construyeron la muralla para defenderse de las invasiones de las tribus mongolas, nómadas, ágiles y expansivas. Dichas tribus llegaban en tropel, en turbamulta, formando ejércitos enteros, desde las estepas mongolas, la cordillera del Altai y el desierto de Gobi atacaban a los chinos, no cesaban de constituir una amenaza para su Estado y aterrorizaban con el fantasma de la masacre y la esclavitud.
Con todo, la Gran Muralla no era más que la punta del iceberg, un símbolo, un signo distintivo de China, un escudo de aquel país que durante milenios fue país de muros. Pues si bien la Gran Muralla sólo marcaba la frontera norte del imperio, también se alzaban murallas entre reinos en conflicto, entre regiones y entre barios. Defendías ciudades y aldeas, puentes y desfiladeros. Protegían palación, sedes gubernamentales, templos y ferias. CUarteles, puestos de policía y cárceles. Los muros rodeaban casas particulares, separando un vecino de otro, una familia de otra. Y si partimos del supuesto de que los chinos levantaron murallas ininterrumpidamente durante cientos e incluso miles de años, si tomamos en consideración el -siempre alto-número de aquéllos, su entrega y disposición al sacrificio, su disciplina ejemplar y su laboriosidad de hormigas, obtendremos un saldo de cientos de millones de horas gastadas en construir murallas, horas que en un país pobre se habrían podido emplear en cosas tan útiles como aprender a leer y aprender un oficio, en cultivar nuevos campos y criar un hermoso ganado. He aquí donde está la energía del mundo. ¡Cuán irracional! ¡Cuán inútil!...

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