martes, marzo 25, 2008

Canis Interruptus

O da foto é Nico, un pouco tuneado pero que está onde ten que estar, na casa, e facendo o que ten que facer, babearse, tirar con todo, facernos moita compañía e quitarlle os bocatas aos nenos.
Xa moitos sabedes que estes días o presunto caso do can que alguén deixou morrer nunha exposición de ¿arte?. Circula pola rede provocando afortunadamente un rexeitamento unánime. Moitos de vós ata estades a manifestar a vosa repulsa asinando cando volo solicita un amigo ou un anónimo nas vosas caixas de correo. Levo visto debates nos blós dende moitos puntos de vista. Uns falan da defensa dos dereitos dos animais, outros, cinguíndose ao berce da cuestión (o can ao que se deixa morrer de fame como obra de arte) céntranse máis en cuestións estéticas, museísticas e incluso teóricas. Ao fío deste caso plantexanse grandes cuestións como “que é a arte”, “os límites da arte”, “o fraude na arte contemporánea”, etc. Todo moi interesante. Semella que, como moitos imaxinábamos, este feito é una verdade a medias que pronto se transformou nunha desas “lendas urbanas” tan de moda. O resto xa é sabido. As mentiras afástanse do útero materno ao pouco de nacer para espallarse á velocidade do raio polo medio que teñan máis a man. E ogallá que sexa así. Resulta curioso. O presunto autor da “obra” din que que non desminte a noticia porque malia procurarlle una enorme condena, contribúe a difundir o seu nome. O que verdadeiramente lle importa a este “artista” é darse a coñecer e o feito de que sexa por ser un psicópta asesino de animaies, para el é secundario. Esta posibilidade resúltame moi desacougante porque supón un claro rexeitamento dos valores máis precisos e que no deberiamos esquecer se queremos manter as febles bases que sosteñen o sistema de liberdades que aparentamos gozar. Por outra parte, esta actitude lémbrame tamén a de moitos líderes do noso tempo que pasean fachendosos os seus ridículos sorrisos de satisfacción logo de ter causado tanta norte e sufrimento. Pero sigamos analizando reaccións. Moitos comentaristas do “caso do can” sorpréndense polo feito de que ninguén soltase ao pobre animal. Partindo da dúbida sobre a certeza do suceso, podo imaxinar doadamente a situación. Os visitantes de los museos, cada vez con máis medo ao ridículo de non saber interpretar unha pieza ¿como se van atrever a intervir nela?. Lembren vostedes tantos casos divertidos e curiosos ao respecto. Unha vez máis, o preferible é manter as apariencias, mellor pasar desapercibido que quedar como un imbécil e ignorante só por culpa dun infame can eivado e cheo de pulgas. Esta reacción, na que todos nos recoñecemos algunha vez paréceme moi, moi perigosa. E faríamos ben en reflexionar sobre a nosa responsabilidade nas vidas e tamén nas mortes dos demáis. Hay pouco vin no servizo de urxencias de Vigo (xa fixen a reclamación oportuna) a moitas persoas en estado gravísimo que levaban máis de 10 horas agardando ser examinadas. Nesa noite de verdadeiro terror vin como un destes pacientes, nun lamentable estado, afectado do corazón, diabético, coas constantes vitais totalmente alteradas, desistía e quería marchar para súa casa. Cando lle cortei o paso para devolverlo ao hospital e reclamar a berros que o atendesen, desesperado, me dicía “polo menos na casa teño as pastillas”. A súa muller ollábame coma se eu fose realmente a Virxe de Lourdes e eu, que nin virxe nin francesa, que tardara cinco horas en botarlle una man, avergoábabame no meu nome e no de todos aqueles espectadores petrificados do que semellaba ser una alucinación colectiva. Xa sei que é de mal gusto falar das enfermidades e da morte, pero este caso do que fun testemuña confírmame que perante situacións como a do caso do can, actuamos cunha indiferencia que poder ser asaniña. Estou correndo un serio perigo de non ser lida por extenderme demasiado, para evitar este risco deixo aquí estas divagacións que só pretendían ser una labazada logo do letargo e resacas post vacacionais. Benvidos ao deserto do real. Outra vez.

VERSIÓN EN CASTELLANO.
Como muchos ya sabréis, estos días el presunto caso del perro al que se dejó morir en una exposición de arte, circula por la red provocando afortunadamente un rechazo unánime por parte de una gran mayoría. Muchos incluso estáis manifestando vuestra repulsa firmando cuando os lo pide un amigo o un anónimo en vuestro buzón de correo. He visto debates en los blogs en torno a este tema desde muchos puntos de vista. Unos entorno a la defensa de los derechos de los animales, otros, ciñéndose al origen de la polémica (el que el caso del perro fuera considerado como obra de arte)se centraron más en cuestiónes estéticas, museísticas e incluso teóricas. Al hilo de este caso se plantean grandes cuestiones como “que es el arte”, “los límites del arte”, “el fraude en el arte contemporáneo”, etc. Todo muy interesante. El caso es que por lo que parece, el caso del perro, como muchos imaginábamos, parece que es una verdad a medias que pronto se transformó en una de esas “leyendas urbanas” tan de moda. El resto ya lo conocemos. Ya se sabe la rapidez con que las mentiras se independizan del útero materno para correr a la velocidad del rayo por el medio que tengan más a mano. Y ojalá que sea así. De todas formas es curioso. El presunto autor de la “obra” parece que no desmiente la noticia porque esta, a pesar de granjearle una enorme repulsa, contribuye a difundir su nombre. Lo que le importa es que se le conozca, el hecho de que el motivo sea por ser un psicópta asesino de animales, para él es secundario. Esta posibilidad me deja muy intrigada porque supone un enorme desprecio de los valores más imprescindibles que no deberíamos perder si queremos mantaner las frágiles bases que sostienen el sistema de libertades que aparentamos disfrutar. Por otra parte, esta actitud me recuerda también la de muchos líderes de nuestro tiempo que también pasean orgullosos sus ridículas sonrisas de satisfacción después de haber causado tanta muerte y desolación. Continuemos analizando reacciones. Muchos comentaristas del “caso del perro” se sorprenden por el hecho de que nadie desatase al pobre animal. Esto me parece extraordinariamente interesante. Partiendo de la duda sobre la certeza del suceso puedo imaginar perfectamente la situación. Los visitantes de los museos, reales y potenciales, están demasiado atemorizados ante el ridículo de no saber interpretar una pieza como para intervenir en ella. Recuerden tantos casos divertidos y curiosos al respecto. Una vez más, lo importante es la imagen, prefiero pasar desapercibido a quedar como un imbécil e ignorante sólo por culpa de un infame perro callejero que además está enfermo y lleno de pulgas. Esta reacción en la que todos nos reconocemos alguna vez me parece muy, muy peligrosa. Y hace reflexionar sobre lo importantes que somos en las vidas y sobre todo en las muertes de los demás. Hace poco he visto en la sala de Urgencias de Vigo (ya he dejado la hoja de reclamación correspondiente) muchas personas en estado gravísimo que llevaban más de 10 horas esperando ser examinadas. En esa noche de terror pude ver como uno de estos pacientes, en un lamentable estado, afectado del corazón, diabético, con las constantes totalmente alteradas, tiraba la toalla e intentaba marcharse para casa. Cuando le corté el paso para devolverle al hospital y reclamar a gritos que le atendiesen, desesperado, me decía “por lo menos en casa tengo pastillas”. Su mujer me miraba como si yo fuese realmente la Virgen de Lourdes y yo, que ni virgen ni religiosa sólo había tardado cinco horas en echarle un cable, me avergonzaba en mi nombre y en nombre de todos aquellos espectadores petrificados de lo que parecía ser una alucinación colectiva. Ya sé que es muy de mal gusto hablar de las enfermedades y de la muerte, pero este caso que yo sí presencié me confirma que ante situaciones como el supuesto caso del perro, todos actuamos con una indiferencia que puede ser asesina. Estoy corriendo un serio peligro de no ser leída por extenderme demasiado, y como no quiero correr este riesgo dejo aquí estas divagaciones que sólo pretendían ser una bofetada luego del letargo que seguramente les aqueja en estos días de resacas procesionales. Bienvenidos al desierto de lo real de nuevo.

7 comentarios:

INTERFERENCIA dijo...

No puedo estar más de acuerdo contigo. Sin embargo, el miedo a quedar como un ignorante ante el objeto artístico no me parece una razón. De hecho, cada día más gente se atreve a afirmar que "el arte contemporáneo es una mierda" sin ningún tipo de pudor. Creo que el motivo principal de que la gente no haga nada es su egoísmo, conformismo, pasividad. El pensamiento de que ya tienes bastantes problemas y que no tienes necesidad de meterte en más. Pero si eso es duro con un perro, mucho peor es, como tu cuentas, cuando se trata de personas.
Desde que leí la historia del perro no dejo de preguntarme si yo sería uno de esos infames que pasarían de largo, o peor aún, de los que se quedaría "snobizado" intentando extraer una experiencia estética de lante de esa aberración.

Te invito a que visites mi blog para que veas mi opinión al respecto.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Eu xa asinei hai días contra ese "artista". Creo que vai sendo hora de empezar a cantarlle as frescas -por non dicir outra cousa- a tanto cretino/a como anda solto: son un andazo insoportable.

Suso Lista dijo...

Cretinos e snobs e xentuza facendo "arte"

Raposo dijo...

Non acabo de ver clara a historia esa do can e teño as miñas dúbidas de que acontecera realmente.
Resúltame moi díficil imaxinar que alguén, por moi artista que sexa, faga eso; que entre tódolos visitantes a exposición non houbera un solo, un solo, que se rebelara e protestara e mesmo denunciara o caso; que as autoriades o permitiran; que os organizadores ou os donos do local non lles importara.
Agora, si verdadeiramente ocurriu é para sentir noxo do ser humán.

R.R. dijo...

Isto para alimentar o noxo do raposo.

Para o debate: escándalo, palabrerío, moita publicidade, iso é o que máis valor ten para os deshonestos da arte contemporánea. Por certo, Ana, ¿eu mandeiche o texto de "Nunca Durmo"? É que fala algo do asunto este (non do can, senón do contemporáneo). Se non fose porque habías zurrarme, facía gala de humor negro.

av[artist] dijo...

Gracias por la cita, por el enlace y por tus interesantes reflexiones...

Saludos!

Anónimo dijo...

Creo que todo isto púxoo de moda (aínda que non será só cousa del) o difunto Cela, co seu célebre: "Que falen de min, aínda que sexa ben".

Hai está a clave, creo, tanto das agonías caninas, como dos esfínteres absorventes.

Saúdos