miércoles, noviembre 09, 2011

La tiranía de la forma

Me inquieta cuando escucho o leo en los medios que un presidente de gobierno puso en twiter tal mensaje o que un personaje relevante ha hecho unas declaraciones importantes en su muro de facebook. Me inquieta mucho también no poder concentrarme en los telediarios por la profusión de ventanas que de repente aparecen en mi pantalla con mensajes de redes sociales que presuntamente tratan de reflejar la opinión de la ciudadanía. No me cabe duda de que la aparición de una nueva tecnología de comunicación que nos permite -¿a todos?- expresarnos libremente es una ventaja, pero no puedo evitar tener la sensación de encontrarme de nuevo sólo con otra versión de la cultura del envoltorio en la que adquirimos productos por el valor estético de su presentación. Esta epidemia del imperio de la forma ha comenzado de forma nada sutil como estrategia de márketing. Efectivamente se vendían más galletas si la caja de cartón tenía una presentación acorde con la necesidad de autoestima del cliente. Fue muy fácil para los organizadores de la demanda apurar este descubrimiento y en muy poco tiempo todos nos lanzamos a la lata de mejillones más vistosa, al móvil con un diseño más atractivo y por supuesto a los inventos digitales de última generación. Curiosamente, no hemos opuesto resistencia alguna y el tema de la buena presencia no tardó en erigirse como muro infranqueable para la mayoría, empezando por los que más dificultades tenían para triunfar en la arena social. Recuerdo cuando mi amiga F. me contaba que había sido rechazada en una entrevista de trabajo por ser mujer y tener 36 años. No importa la formación ni la capacidad de superación ni el conocimiento de idiomas, estaba muy claro que primaba la postura de las piernas, la intensidad del rimmel o el cuidado de las cutículas de las uñas. Pensaba yo entonces que esa moda era perversa por afectar sólo a los más desinformados, pero el paso del tiempo aumentó mi desconcierto ante este retrógrado gusto por lo simple. El famoso debate de estos días no fue una reflexión sobre el preocupante retroceso de nuestro estado del bienestar con la imprescindible presentación de propuestas. El contenido real (paro, corrupción, igualdad, educación...) no importó para nada. De nuevo se impuso el envoltorio y lo que más preocupó fue la distribución de tiempos, la agresividad o pasividad premeditada de los candidatos, o sea, aquello que estudiábamos como capacidad comunicativa del lenguaje corporal -¿kinesia se llama?-sólo que ahora sometida al estudio milimétrico de unos asesores que han llegado con una facilidad pasmosa al olimpo de los dioses de la sociedad hiperposmoderna. Y los desarrolladores de la forma proliferaron a sus anchas. Asesores, personal trainings, técnicos de calidad, pedagogos, captadores de tendencias (!), etc. El cliente potencial dejó de ser sólo el desinformado ciudadano y esta moda mercantil penetró sin pudor alguno en lo que creíamos nuestra inteligencia más capacitada. Políticos, médicos, periodistas, arquitectos, creadores, profesores de universidad (La universidad se ha convertido en una empresa, Llovet) comenzaron tonteando con esta nueva ingeniería para convertirla en poquísimo tiempo en su pareja de hecho. Las desastrosas consecuencias de este despiste general se han materializado en todos los ámbitos pero seguimos en la inercia de lo mediático despreciando la sensatez de los fines que llenaron nuestras constituciones y valores. Cambiarle el nombre a las cosas puede hacernos crear obras sublimes estéticamente en el inocuo juego de lo artístico pero cuando esta práctica se aplica a la rutina de nuestra vida puede hundirnos en el desconcierto para mucho tiempo. Tardamos siglos en encontrar un sistema político casi perfecto. Sabíamos que la democracia suponía una cesión de soberanía perfectamente legítima porque la asamblea siempre está subordinada a la voluntad del ciudadano. Pero decir, por ejemplo, que las redes sociales son democráticas es, cuando menos una impostura. Se trata de una cesión sin límites al medio que sólo es un artilugio inventado por un inteligente universitario en el transcurso de unas prácticas universitarias. Se nos advierte de nuestra pérdida total de control sobre nuestra experiencia vertida en la red pero cuando aceptamos sin dudarlos las condiciones del contrato que no leemos estamos legitimando cualquier ataque, delito o falta que se cometa contra nosotros. Y todo simplemente porque no nos permitimos no estar en la onda.

6 comentarios:

Andrés dijo...

Estoy de acuerdo Ana: ni hay que hacerlas de golpe salvadoras del sistema, ni hay tampoco que estigmatizarlas (a las redes); ya se irá viendo, lo más interesante es que son algo "en proceso". No así la Universidad, que parece tener ya poco remedio, según el demoledor libro de Llovet, que corroboro por mi experiencia como profesor. Al menos la española. Un salud, Andrés.

detective crepuscular dijo...

Non só a universidade se converteu, ou a converteron, nunha empresa, como di Llovet, senón que todo o queren converter en empresa. Publicaba onte La Vanguardia o seguinte: EMPRESARIS DE PRIMÀRIA (ENSENYAMENT ENGEGA UN PROGRAMA PER INCENTIVAR L´ACTITUD EMPRENEDORA EN TOTES LES ETAPES ESCOLARS). Pode ser unha boa solución para ocultar o chamado fracaso escolar e ter entretidos aos rapaces e ás rapazas con xogos empresariais. Veña, nenos, nenas, a xogar a ser empresarios e empresarias, desde pequeniño/as, para que quede ben claro que todo é ECONOMÍA E EMPRESA e nada mais que EMPRESA E ECONOMÍA. Que a POLÍTICA sucumbiu ao encanto da ECONOMÍA vémolo todos os días e non hai que darlle mais voltas. Aínda nolo recorda hoxe o actor Alberto San Juán: "Los políticos gobiernan para las grandes empresas." Por iso eu xa non perdo o tempo con debates (debates?) entre candidatos (candidatos a que organismo empresarial?), que segundo Elvira Lindo foi "soso" e "previsíbel" e segundo Sergi Pàmies un espectáculo "políticament inútil i periodísticament depriment". Tamén houbo quen se referiu a el con "tristeza infinita" e o cualificou de "mediocre" e "anodino". Que mais vou dicer eu que non o vin e é como se o vira porque levan tempo martirizándonos con el, aquí e acolá, acolá e aquí, sempre o mesmo, repetido até a saciedade, aburrido a mais non poder, a mais non feder. Menos mal que Duran saiunos batería, e non hai mais que o ver nas imaxes. En fin, e despois de que todo se reduciu a ECONOMÍA e EMPRESA (con maiúscula), e seguindo co discurso do Llovet, que foi das humanidades (con minúscula)? Non sei, eu as únicas humanidades que percebo no ambiente son as guerras "humanitarias". É dicer, as humanidades foron devoradas polo belicismo (empresarial, faltaría mais). Por se aínda tendes un chisco de credulidade e esperanza non leades isto que escrebía o outro día Peter Handke: "Que esta misma Francia lance bombas sobre otros países -también una forma de pena de muerte- es harina de otro costal. Las democracias de ahora se permiten, más allá de sus fronteras, comportarse como si fueran dictaduras. Las democracias de hoy, en realidad, son las nuevas dictaduras, las dictaduras humanitarias y económicas: lo más hipócrita que hay." Dixo Peter Handke e digo eu con el. Hipocrisía total. Totalitaria.

ana dijo...

yo creo Andrés, que la universidad es uno de los elementos de mayor responsabilidad en la configuración de comunidades realmente bien organizadas, con ciudadanos comprometidos con la consecución y perfeccionamiento de derechos y libertades bien entendidos, con los límites que conlleva su ejercicio, por eso la pérdida de este antiguamente respetado reducto de sabiduría es especialmente triste. La autoridad de la clase magistral, desde luego manifiestamente mejorable, se ha sustituido (en el mejor de los casos dado el índice de abstinencia) por la...digámoslo así "comunicación eficaz" dirigida más a la protección del profesor frente a la evaluación (la maldita calidad)y creo que las consecuencias de esta caída libre de la responsabilidad nos está pasando una factura (¡y que factura!) que no podemos permitirnos.

detective, concordo absolutamente con todo, que lle vou dicir, deu vostede na diana, efectivamente a política caeu en manos da economía, bueno, a política, a xustiza, a educación, etc. senón mire para Berlusconi, o que non acadaron os xuices levoulle dos días aos expertos na xestión da pasta (grazas A.)

ms dijo...

Graciñas pola referencia ao libro de Llovet sobre a universidade española, que xa comprei.

Andrés dijo...

Estoy también de acuerdo en la reivindicación de la clase magistral; y te lo dice un profesor de una asignatura eminentemente práctica ("proyectos arquitectónicos") de la cual nuestros alumnos opinan que lo mejor es precisamente eso: las clases magistrales, o "teóricas", como ellos las llaman. Saludos, A.

ana dijo...

Andrés, no sabes lo que me alegra ver que hay profesores que todavía mantienen la cordura entre tanta mediocridad, suerte que tienen tus alumnos y por supuesto tú también!