miércoles, mayo 16, 2012

French doctor, un médico en Siria.


Nouvel Observateur, nº2478, p.18

El siguiente texto es una traducción propia del artículo que Sara Daniel publicó en la sección El hombre de la semana, del último número de Nouvel Observateur. Aparte de la consabida ignorancia preñada de impotencia que me sugiere todo lo que pasa tan lejos, no puedo dejar de sorprenderme en lo que puede dar de si la barbarie. Por otra parte me hace reflexionar sobre el papel de nuestros intelectuales en comparación con nuestros vecinos del norte. Me ha llamado poderosamente el ejemplo de Bernard-Henri Lévi, el hecho de que tenga una asociación que se dedique a ayudar en estos grandes conflictos ....¿tenemos algún ejemplo que se le parezca en España?...

   Tiene la angustiosa apariencia de los que vuelven del infierno. De un arisco pastor de melena y barba blancas, que se irrita cuando debe guardar las formas, hablar del tiempo que hace o de las elecciones que movilizan a los franceses. Jacques Béres, de 71 años, es el único médico occidental que llegó clandestinamente a Siria, a la villa de Homs, luego a  la región de Idlib, en el curso de un segundo viaje del que a punto estuvo de no regresar. En este café que rodea el Luxemburgo sobre el que se abate una tormenta digna de un monzón vietnamita, el país en el que se ha iniciado como cirujano de guerra durante la ofensita del Têt en febrero de 1968, recuerda, todavía con el cansancio del viaje, las visiones que lo acosan. Como la cara de ese chaval de 10 años, un gavroche rubio tocado con una gorra. “Había sido casi cortado en dos por un obús, sus vísceras salían de su vientre. No conseguí olvidarlo”.
   En febrero pasado, Jacques Bérès atravesó la frontera entre Líbano y Siria a moto y luego a caballo. Al llegar a las afueras de Homs, la capital de la resistencia, bombardeada por las fuerzas de Bachar al-Assad, encorvado, tuvo que tomar una alcantarilla de dos kilómetros que serpenteaba bajo tierra. Luego, a medio camino del túnel, consigue cargar sobre una motocicleta su material médico y la “dermatome”, una máquina para injertar piel que el había regalado a los médicos de la ciudad martirizada. En Homs, durante quince días, ha operado a 89 pacientes de los cuales 9 murieron en el quirófano. Los demás sucumbieron incluso antes de haber sido operados, habían tenido que esperar demasiado. “Estábamos hasta la coronilla, había camillas por todos lados. Entonces tuve que irme, agotado de tantas noches sin sueño”, dice, enojado porque su propio cuerpo ya no le respondía.
   Bérès interrumpe su relato cuando su mujer viene a reunirse con él. Quiere protegerla, hacer la atmósfera menos pesada, y sin embargo es ella la que siempre lo anima a salir. Danièle, de cabello blanco que combina bien con el de su marido, lo mira con una mezcla de ternura y admiración. “No tenemos más que una vida, quiero que la viva como desee. Además, no es un cabeza loca, es particularmente cuidadoso, repite ella, como un viático contra la angustia que aumenta cuando los medios de información transmiten el ruido de los morteros y el número de muertos. Pero su mujer, que dedica su tiempo de retiro a la asociación de lucha contra el sida Aidess, es acaso una ingenua? No, sin duda. Desde su regreso, su marido está aquí pero de hecho sin estar. Recorre los platós y los foros para decir lo que ha visto. “No basta con jugar a cowboys y soltar adrenalina. Después, es necesario contarlo: es la base de nuestra medicina humanitaria tal y como la hemos definido junto con Kouchner”.
   Desconfía de las indignaciones grandilocuentes, no está siempre de acuerdo con  los posicionamientos de Bernard-Henri Lévy, quien, sin embargo, financió la mitad de su viaje. “Ninguna ONG quería arriesgarse a enviarme a Siria. Demasiado peligroso, demasiado caro en seguros, pero la asociacion de BHL, France Syrie Démocratie, terminó por aceptar pagar la mitad de mi aventura. La otra mitad, es una asociación islámica de Seine-Saint-Denis, UAM 93, la que se ha hecho cargo. Extraño binomio! Jacques Bérès no preconiza nada, ni intervención extranjera ni la necesidad de armar a la oposición. No sabe tampoco si las ONG deben aceptar el riesgo de enviar médicos a Siria. Su elección es contarlo. Durante su último viaje, hace apenas un mes, en el norte del país, vió como mataban a un médico y dos farmacéuticos: “En Siria, hoy, es tan peligroso que te cojan curando a un herido como con las armas en la mano. Nunca el cirujano había visto a una dictadura desencadenar tanta violencia contra la profesión médica. “Todas las farmacias con las que he podido cruzarme en el Norte han sido saqueadas y quemadas. Imposible incluso encontrar en la región de Idlib unas aspirinas. Las enfermedades crónicas, los cánceres incurables se multiplican. En Siria, los hospitales son los blancos prioritarios de los carros de combate. Este bloqueo terapéutico es una innovación de la barbarie.”
   Su vida es una epopeya al servicio de lo humanitario, pero elabora su relato a la manera humilde de los hombres de acción. Durante su aprendizaje en Louis-le-Grand, Bérès frecuenta a Régis Debray y Clément Rosset, quien, a los 19 años, escribió ya una obra influyente: “la filosofía trágica”. Paul Thorez, el hijo de Maurice, saca de su taquilla en el internado los cojines de seda salvaje sobre los que su grupo de compañeros, colegiales superdotados, simulan dormir durante las clases de filosofía. Mis compañeros eran extraordinarios, yo no estaba a su altura, juzga Bérès. A falta de un futuro como gran filósofo, será cirujano: Me convenía más. Las operaciones de huesos, es ebanistería; lo vascular, fontanería”. Evoca con humor su primera experiencia de cirujano de guerra en Vietnan, cuando, a los 26 años se reúne con los vietcong atónitos para ponerse a su servicio, y ellos, como bienvenida, simulan su ejecución… Incluso la creación de Médicos sin Fronteras en diciembre de 1971 que, sin embargo, transformó la historia del humanitarismo, la recuerda como el fruto de la impaciencia de jóvenes deseosos de aventura. La Cruz Roja había tardado mucho en enviarnos al Golfo de Bengala después del paso del ciclón de Bhola que había causado 500.000 muertos, y entonces nos pusimos manos a la obra. De Biafra a Libia pasando por Ruanda, le encontramos en todas las líneas de frente. Y luego en 2006, de paso a París, propone a Agustin Legrand cuidar a los sin techo que ocupan las tiendas de campaña del canal Saint-Martin, en París. Como yo era el más viejo, me nombraron presidente de los Enfant du Canal. En un mes, la asociación se instalará en sus locales definitivos, en la calle Vésale, en el 5ºdistrito, la “antigua sede de Tiberi!”. Está orgulloso de este lugar de 800 metros cuadrados que ofrecerá habitaciones individuales a los que vivían precariamente. Pero admite que lo que más le gusta es la cirugía de guerra. “Odio la burocracia, necesito mancharme las manos. Durante su viaje cerca de Idlib, en la frontera turca, cuando sólo disponía de diez minutos para evacuar una localidad atacada por los carros, se sintió desfallecer. “Tengo que parar antes de ser un peligro para los demás. Antes de que me maten tontamente. Ya no puedo tirarme de camiones en marcha. Voy a parar. Un día…no ahora”
Gracias a Florianne por sus correcciones

6 comentarios:

Flo dijo...

A ver Ana... no digas que tiene errores, que yo te lo corregí y no te habría dejado publicarlo con errores... Solo que Lévy es con i griega... Ya nos haces competencia a los traductores eh? Un placer ayudarte, cualquier cosa ya sabes... Muacs!

Ana Bande dijo...

Claro, claro, es que lo de los errores fue antes de tu ayuda, ahora lo corrijo amigüita, y gracias por el piropo, pero todavía me quedan mucho Gad Elmaleh que entender para estar a vuestra altura...tú si que eres profesional tía, me quedó claro con el asunto "livinglab" aquel, sobre el que ya está todo dicho, no se te colaba un acento...ahora que claro, acentos, acentos...tenéis demasiados ¿no?...¡besazo!

Flo dijo...

Jejejejeje, sí, te concedo que podíamos prescindir de alguno... pobre casi te vuelves loca con los acentos cuando fue lo de los living labs... pero bueno igual que en todos los idiomas. A ti no te parece que os sobra un verbo para traducir "être"? uno ya era suficiente ¿o no? jejejeje pero bueno, eso es el encanto que tiene cada lengua, cada una tiene sus cosillas jejeje. Un besazo wapísima!

Paco E. dijo...

Eu non remato de enterarme do asunto. A cousa debe ser a traducción do texto ¿non?Me cagonocarallo, pero ¿quen anda detrás desta propaganda? Ah, sí, xente moi coñecida. Non deixo de abrir a boca como un parvo. Xa quedan poucos; o Tío Sam débese estar escarallando de risa.

ana dijo...

Complicado, lo de Siria, ma non troppo...¿non Paco? ¿no é o de sempre pero un só cos peóns acurralados por reis, raíñas e torres doutras motísimas partidas de xadrez? o do médico este témolo que ver forzosamente como propaganda? ¿non quedan espazo ningún para confiar no humanitarismo? neste caso sí detectei unha certa paixón por si mesmo, pero se estivo alí, e viu todo iso ¿non ten que facer toda esta parafernalia para contalo? a min xa me levou a querer saber, sobre todo uliscando a mala baba dos comentarios do youtube...seguimos.

otia...palabras de paso en ostrogodo: ordscrus urvingi

Paco E. dijo...

Despois será en Irán, logo en Korea, máis tarde en América Latina... Algúns persoaxes teñen unha facilidade asombrosa para desplazarse dun lugar á outro; non sei como o poden facer se non contan cun bo peto... Eu para moverme poucos kilómetros teño que controlar a carteira e xa non digamos se o teño que facer por varios países; imaxínome que ao resto dos mortais "normais" lles pasa o mesmo. Hai moitísimas cousas que non se poden contar; é máis, censúranse se non pasan o filtro do "poder", que para eso, e outras cousas, montaron as leis...
Temos que abrir os ollos e ver máis alá do que nos mostran pegado ó narís. Canta miseria. Temos que cambiar este mundo.