Cada día mueren cientos de personas como consecuencia directa de un mundial y monumental fallo de sistema. El mundo se ha despistado desde hace más de dos décadas, más o menos desde la introducción masiva de las tecnología de la comunicación. Mirar pantallas compulsivamente nos ha hecho perder el tiempo necesario para mantener la profesionalidad en nuestros trabajos. La libertad que hemos disfrutado ha sido consecuencia de un espíritu crítico producto de la revolución de las luces, de la inteligencia, del prestigio de la creación. La creación no tiene apellido. Es arte, es música, es diseño, es invencion de nuevas herramientas y es descubrimiento de nuevas fórmulas para vivir mejor, cuidándonos y cuidando el entorno, que es lo que hace posible la vida. Pero nos hemos despistado; los millones de horas escamoteados a la investigación de verdad en pro de una impostura para estar a la última en cualquier especialidad, en cualquier ámbito del conocimiento se cobran su precio. Lo estamos pagando. La mercantilización del saber vía acumulación del capital cientifico a manos de multinacionales del sector editorial ha dificultado, imposibilitado el acceso a la información mínimo que exige toda tarea de investigación: el análisis previo del conocimiento existente para avanzar el campo de investigación. (quien puede atreverse ahora con repositorios en abierto -este es otro tema- que ofrecen 15.000 artículos sobre coronavirus? La supeditación de la investigación a la obtención de un currículum diseñado con poca empatía por lo social y lo auténtico ha hecho el resto. Y ahora desaparecen vidas. Pero tan grave, si cabe, porque seguirá siendo la garantía de la desaparición de más vidas, es la desaparición de ideas. El sometimiento, la obediencia, la falta de espíritu crítico, ya obsesivamente menospreciado por la frivolidad de las redes sociales, está convirtiendo incluso a las personas más intelectualmente inquietas, en individuos temerosos de ofrecer una opinión contraria a la idea dominante. Y la idea dominante se expresa con metáforas bélicas. Nos hemos deslizado por la pendiente del algoritmo y quizá el rebaño inmune no tenga otra visión en el horizonte que la obsesión por no quedarse atrás en una brecha digital de la que ya no hablaba nadie. Era un concepto demodé. Todos parecíamos estar en la onda. Y no, claro que no. Hay alumnos que no tienen medios para seguir clases virtuales, hay miles de trabajadores que no pueden teletrabajar porque la vida no es estar conectado a un ordenador. Están en riesgo las ideas, amigas y amigos. La ideas son todo lo contrario a un "me gusta" o a la repentización y repetición de unas notas ajenas. Si no compenemos no habrá música. Las notas estarás sólo al servicio de sintetizadores preprogramados para atolondrarnos con monótonas sintonías. Las ideas son la vida, los laboratorios son la vida, las bibliotecas son la vida, los libros son la vida, las ideas originales de los que han pensado antes que nosotros, son la vida. No somos seres virtuales, no somos rebaño; atrevámonos a seguir pensando por nosotrxs mismxs y sobre todo, atrevámonos a escribirlo y debatirlo. Adelante!!
jueves, abril 09, 2020
jueves, abril 02, 2020
El presente
PD. los comentarios, como la mayoría me los hacéis llegar por whatsapp y considero que son voces siempre sensatas, los comparto, aquí; los blogs, lamentablemente han pasado casi a ser arqueología, pero es necesario levantar piedras, así que ¡vamos allá!
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