viernes, noviembre 29, 2019

No estas en democracia estúpido.



Para Geles, por recomendarme "Disque", de Susana S. Aríns, ahora flamante ganadora del mejor libro de ficción [ficción?]
Para Estrella, que me ayudó con su elegante sabidurá a pasar una semana gris y polvorienta.
Para Ludi, por mantener la razón en lo más alto.
Con mujeres así no hay sistema corrupto que aguante.

Perdón.
El título sólo es para interpelar a los moribundos.
Las vivas ya lo saben, y con todo, actúan.
Por eso están en peligro de extinción.
Los vivos son menos cada vez, las vivas justo en la proporción que marca la violencia contra ellas.
De modo que.
O despertáis o morimos todos.
No de cáncer o de fallo multiorgánico.
Moriremos de tristeza.
Sí se puede.
Morir de tristeza.
Ya avisaron las poetas.
¿Murió de tristeza Paca Aguirre?
Por lo tanto, amiga moribunda.
Habla porque tienes voz.
Muévete porque tienes espacio.
Lee porque aún tienes libros, pocos, pero aún quedan algunos.
No denuncies nunca, nunca busques aliados entre los muertos.
Escribe un poema.
No te sientas humillada ni abatido por estar solo abandonada ni encerrado ni aterrada.
Es el estado natural que corresponde a la lógica de la sabiduría.
Las sabias siempre estuvieron solas.
Que no quieres ser sabia.
Que no quieres estar sola.
Entonces drógate amiga, o sigue siendo violento, enemigo, y darás sentido a toda la vulgaridad que te hace feliz.
Mary dice que life´s a bitch but Living is....y que she is still looking for the correct adjective here
mmmm,,,,temptress quizá?

jueves, noviembre 28, 2019

Les miserábles, Ladj Ly o algunos hombres malos


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¿Será consciente Ladj Ly de haber hecho la película más feminista de los últimos tiempos? No. Y aquí está la grandeza de Los Miserables. Un día en la vida de una especie violenta. El título, más allá de la referencia literaria obligada, refleja perfectamente el estado de un mundo de una brutalidad masculina insoportable. Ninguna mujer supera los primeros minutos sin una angustiosa sensación de encerrona. Queda claro que desde el principio esto va a ser una cuestión de fuerza bruta, y, efectivamente, estamos ante un western contemporáneo casi en estado puro. Adornado también con el ritual que marca la biología, a la desmesura de esta fuerza bruta sólo se le oponen cada pocos metros de film unas escenas deliciosas en belleza, color y comportamiento amable, que son las que protagonizan las mujeres que sólo tienen boca para gritar en contra de la violencia sistemática que tienen que sufrir por parte de todos, o para realizar un bien extremo que no parece ser real, en medio de tanto horror;  porque mientras la policía intimida y extorsiona, y los jefes de los clanes raciales intercambian chantajes en un contextos de absoluto vacío moral, la mujeres aparecen brevemente, unos segundos nada más, en un cuarto enfrascadas en una tontina, una práctica de ayuda mutua en la que cada una pone dinero para hacer frente a las necesidades del grupo. Increíble. Pero dura poco, puede más el odio entre hombres gitanos, musulmanes, negros, policías, pederastas o camello. Sólo faltaba lo más horrible, el odio de los niños que pierden su inocencia cualquier día a cualquier hora por cualquier brutalidad. Ni lo cachorros se salvan, ni los humanos ni los animales. Sólo se salvan las mujeres, pero no encontré a nadie que hablase de esto, quizá sea la siguiente página que se escriba, dentro de unas décadas. No se sabe. Pero si esto es la violencia postmoderna que resultó de aquellas incendiarias escenas de les banlieusard parisiennes de 2005, el futuro se presenta desgarrador. Parece que desde el cine se están dando señales de alerta máxima. El Joker avisa de una rebelión de los marginados sociales, Los Miserables ponen el punto de alerta en los niños que ya no lo son. No se puede ir más allá.

miércoles, noviembre 20, 2019

mientras dure la guerra, Amenábar

Mireia Rei, actriz que interpreta a Carmen Polo
en Mientras dure la guerra, de A. Amenábar.
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Mientras dure la guerra es un buen ejemplo del atraso en que permanece anclada la sociedad española y por extensión su cine. No he leído críticas, me han comentado que son todas buenas, y estas palabras mías, si fuesen leídas como una crítica, también serían para aplaudir la película; y no, no es contradictorio esto que digo, porque aludir al anacronismo de algo no tiene que ver con el reconocimiento de su calidad. Mientras dure la guerra es un documento que debió elaborarse hace al menos veinte años. ¿Por qué no se hizo?, tendríamos que hablar de un repertorio de sinrazones que iluminarían no sólo la procastinación innata de nuestro cine, por lo menos en lo que a la valentía de su discurso se refiere, sino que arrojaría mucha luz sobre la persistente actitud en el mantenimiento de un tabú que impide a toda una sociedad si no a matar al padre, sí a reconocer la maldita suerte de haberlo padecido. De modo que, como ciudadana perteneciente a esta sociedad voluntariamente ciega, sorda y alexitímica, no estoy en las mejores condiciones de hacer un análisis objetivo. Tengo que imaginarme como ciudadana armenia, sajona o griega para apreciar esta película como se merece. Desde esta posición extraña -pero irrenunciable para hacer una observación fiable- reconozco no sólo una calidad extraordinaria de actores y actrices, sino un sutil e inteligente tratamiento de un asunto tan espinoso históricamente como fue -en general todo el período histórico posterior a la guerra civil- el enfrentamiento Unamuno/Millán Astray. Los detectores de errores históricos no tienen mucho trabajo que hacer, a pesar de tratarse de uno de los episodios más problemáticos y sujetos a las interpretaciones más extemporáneas de nuestra historia. El peligro de caer en el esquematismo de determinados personajes en determinadas escenas se diluye en la siguiente, porque aún manteniendo la gruesa línea del dibujo que caracteriza a figuras tan caricaturizadas como las de Franco o Carmen Polo, somos perfectamente capaces de reconocer un respeto a sus personalidades, lo cual me resulta tan increíble como loable, teniendo en cuenta lo fácil que resulta despeñarse por la siempre efectiva pendiente de lo cómico.  

(...)

martes, noviembre 19, 2019

Joker

No escucha, ¿verdad? Me hace las mismas preguntas cada semana. ¿Qué tal el trabajo? ¿Has tenido pensamientos negativos? Yo solo tengo... pensamientos negativos.

Joker es la representación de la broma que no hace gracia. No concuerdo con Zizek, que defiende una pura adscripción nihilista; el nihilista niega la existencia de principios morales o religiosos mientras que  el Joker se transforma en el abanderado de la lucha contra la violencia de una sociedad que maltrata al ciudadano más vulnerable. Según Zizek, Joker se pregunta qué pasaría  si los desposeídos decidieran atacar, pero no, no es eso. Es cierto que es precisamente el miedo a la rebelión del oprimido el que nos hace revolvernos en nuestros asientos, inquietos por una realidad en la que convivimos con un susto continuo ante la posibilidad de una nueva chispa de la historia que desencadene un cataclismo. Pero ciñéndonos al relato fílmico, Joker no es consciente de desencadenar nada, o mejor dicho, conscientemente no desencadena nada, lo que no lo hace menos aterrador, sino todo lo contrario. Joker no asesina impunemente en el metro a tres hombres de éxito simplemente porque pertenezcan a una clase superior; se defiende de un linchamiento y de una muerte casi segura. Lleva pistola no porque sienta la necesidad de usarla, sino porque alguien -más consciente del peligro de interpretar correctamente la violencia del sistema- se la pone entre las manos. Luego dirá que fue porque cantaban mal, y eso sabemos lo que significa; cuando la violencia ya se ha desencadenado, no importan las causas, porque el placer que otorga la capacidad para infligir dolor convertirá en irrefrenable el deseo de seguir haciendo daño, y ya sin importar mucho a quien.  Lo inquietante de la película tiene que ver con la capacidad como espectadores para reconocer un contexto de violencia sistemática producto de una desigualdad social que ya ha alcanzado su umbral soportable, lo ha traspasado ya hace tiempo. La población oprimida ha actuado con pasividad ante el saqueo de un sistema económico depredador y quizá el mensaje sea muy claro, terroríficamente evidente, pues quizá nos obliga a cuestionarnos si vamos a soportar la burla y el linchamiento pues ¿qué otra cosa son los desahucios, los recortes extremos en sanidad  o el desprecio explícito hacia las víctimas de la violencia? Hay momentos fantásticos en la película, primeros planos absolutamente magistrales a nivel interpretativo, uno de ellos por ejemplo cuando Joachin Phoenix -porque aquí,  para mi, no habla el Joker- le dice a la asistenta social, No me escuchas, verdad?. Ahí está la cosa, amigas. Escuchar, hoy día puede sacarte de la carretera. Aterrador.