lunes, abril 29, 2019

Un apartamento en Urano, Paul B. Preciado.

Hay libros con los que no conviene acostarse. A menos que se quiera tener sueños tan absurdos como la anodina rutina diaria de un día cualquiera. Este es un libro para mentes de largo recorrido; mentes de esas que van y vuelven y vuelven a ir y venir sin cansarse nunca, porque el viaje siempre es distinto, siempre es otro viaje. Es un libro para incómodos, para libertas manumitidas y esclavos de corazón. Es decir, para seres que ansían lo inexistente, lo que queda justo en la linea de punto, raya, punto, raya, que divide países o cuerpos, que es lo mismo. Beatriz se hizo su cuerpo, y por tanto su texto. Un texto errático que tiene uñas que se vuelven garras, y se vuelven ángeles, y se vuelven mentes en blanco y mentes ocupadas. Lo más exacto sería decir que este libro es la pura necesidad materializada en una filósofo oráculo que puede que se equivoque en cada frase, pero son las suyas palabras que se forjaron con el ímpetu de lo orgánico. Paul es irresitible, como todo lo inalcanzable, porque  sabemos que jamás lo poseeremos. Nunca tendremos el valor de desalojarnos de nosotras mismos ni de abrirnos de par en par para construir ese gran angular desde el que Beatriz P. nos muestra el foco que deslumbra la mirada de un mundo aturdido e insensiblemente relegado a la luz o a la sombra (ambas deslumbran por igual) de la única posición interesante, que es la línea que las separa, la línea que nunca supo dibujar ni la mano más diestra de la pintura. Somos lugares ocupados, desde los que podemos ser desalojados en cualquier momento, y por ello actuamos. Ayer mismo, la jornada electoral se debatió entre decenas de miedos a ser desalojados y deshauciadas. Triunfó el miedo al hombre del saco pero no como miedo creativo y dispuesto a ser una fuerza reafirmatoria de razón alguna. No. Fue miedo al hombre del saco porque es el hombre de siempre, el que se pinta con la misma mueca aburrida y siniestra del joker. Beatriz P. y Paul B. se desalojan a si mismos y en ese desalojarse van contándonos los cambios de luz pero identificando el puño que sostiene la linterna. No hay que acostarse con Paul ni con Beatriz, porque observar esa mano puede hacer que tengamos que repensar mucho. Por ejemplo, si la violacion es un acto personal o institucional, por poner un ejemplo. Si pudiera leerte Paul en clave de humor, apuraría la copa.

martes, abril 23, 2019

Quiñonero desde París, visiten su web, es información humana, en un mundo deshumanizado

Foto. Quiñonero.
“¡Lo que tenéis que hacer es suicidaros..!” gritaban con frecuencia los chalecos amarillos más violentos. Invitación al suicidio que coincide con una crisis profunda de las fuerzas del orden, víctimas de ataques de angustia intima y social: un gendarme, policía o anti disturbios francés se suicida cada dos días, desde principios de este año. Esa ola de suicidios se ha transformado en un drama que las fuerzas del orden viven con callada angustia, coincidiendo con la “rutina” de los estallidos de violencia semanal.

Esta angustia que transmite Quiñonero sólo puede rebajarse hasta hacerse soportable por su misma actitud...sus palabras no sólo son un consuelo, son un grito desesperado que nos ancla a la única salvación posible, la búsqueda de la belleza, que no es sino el bien. Estas son sus humildes y cálidas palabras. A ellas me sujeto:

Mi paisano Ramón Gaya dice en algún lugar que la realidad, la naturaleza, son sagradas… Observando lo real, amando lo real, incluso en sus rostros menos amables, es donde yo encuentro la razón de casi todo, que no siempre es muy amable. Pero incluso en la más rematada fealdad es posible encontrar rastros, huellas, destellos de algo sagrado, indisociable de nuestra naturaleza, cuando está habitada por el alma de las palabras, el Verbo, que también puede ser cosa visual. Véase Goya, claro. 

¡Gracias J.P.!

UNA TEMPORADA EN EL INFIERNO

viernes, abril 19, 2019

Armonías y suaves cantos, de Anna Beer






Casia de Constantinopla


Gracia Baptista
monja española. La primera mujer en ver publicada su música (1557)


Magdalena Casulana



Francesca Caccini






Barbara Strozzi






Elisabeth Maconchy



Elisabeth Jacques de la Guerre




Marianna Martines



Fanny Hensel



Clara Schumann



Lily Boulanger


Johanna Kienkel





Rebecca Clarke




Amy Beach. Sinfonía Gaélica.



jueves, abril 18, 2019

Doubles vies

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Esta aquí Juliette Binoche, para darle credibilidad cinematográfica a una película que se sostiene en la sólida inestabilidad que persigue su arquitecto de principio a fin. No se derrumba el film por lo mismo que no se derrumba un negocio, en este caso, el editorial, que no toma una decisión de reconversión a tiempo; es decir, no se derrumba, de casualidad. A mi alrededor, en la sala medio llena, medio vacía, ya saben, la expectación era más por lo que de interés tiene la VOSE que seguramente pro el "intríngulis" de un tema tan absolutamente presente como la inestabilidad del ser humano como tal y como producto incluso, ante un cambio de paradigma que pese a lo deslumbrante, no se acepta, porque por sus costuras asoman indisumulables falacias que son imposibles de revestir aún con todos los emoticones del mundo. Se presenta como una parodia lo que en realidad, a estos pobres personajes les aliena en sus vidas hasta convertirlos (convertirnos) en marionetas grotescas rebelándose contra unos hilos cuyo confín no atisban ni se atreven a intuir. Pobres almas, que diría mi RCh., pobres ángeles de sangre sometidos a unos imperativos tan novedosos como ridículos e implacables. Se trata de una editorial que se debate entre el salto al vacío de una decidida apuesta por lo digital o el abismo que puede suponer decidir mantenerse en la tradición de un prestigio que puede conducir a la desaparición inminente del sello. Las personas que tienen que tomar estas decisiones están condicionadas por su absoluta incapacidad de erguise como tales, es decir, como seres que disponen de voluntad, pues, cada uno, a su modo, se sabe personaje de una realidad que también es una autoficción. Y así sus vidas, están marcadas por la estrecha línea de un camino marcado por un guión en el que sólo en apariencia podemos elegir, porque la libertad ha sido capturada ya definitivamente por el nuevo dios/daimon contemporáneo que es la industria de la comunicación al servicio de los depredadores económicos. No les (nos) han dejado ni sus vidas para ellos. Y no, no es cuestión de edad. El personaje de Binoche,es una mujer que ha claudicado a la maternidad, muy tarde, pero ha claudicado. Parece defender la dignidad de un modelo que a pesar de que nos ha traído el grado más impresinonte de libertad, está amenazado de muerte por la angustiosa y metódica maquinaria trituradora de lo "humano". Está perdida, pero quizá porque no sabe que es un "no ser", o un personaje, o sea, una broma. El resto, igual de cómicos, tragicos, son modelos de vidas perdidas que resbalan por la ciénaga de la realidad disumulando su desnudes. Algunos intentan salvarse con un pragmatismo a ultranza, otros instalándose en una melancólica posición de radicalismo que ya se ha vuelto ridículo, y los jóvenes corriendo hacia ninguna parte, con ese rostro escuálido que refleja una escuálida moral producto de la pérdida y que se verbaliza en la película en una frase pronunciada por una belleza joven femenina que a pesar de saberse en el luegar de la "verdad" de su momento dice tristísima: "yo no opino". Y no precisamente para reflejar que es depositaria de otro tipo de conocimiento más sólido...
Que vamos, amigas, que de comedia, poco.


martes, abril 09, 2019

Rosa Navarro Duran a contrarrealidad


Rosa Navarro Durán: "Los filólogos debemos investigar para que los grandes clásicos se entiendan. 
Una contraportada así, hay que celebrarla. Gracias Rosa Navarro Durán, porque hacerle la competencia a este chico que juega al fútbol, no es nada fácil. Gracias Faro de Vigo, porque habéis dado en el clavo con la realidad / contrarrealidad. Dice Rosa Navarro que parece mucho más importante un avance en medicina que leer las aventuras del Lazarillo como una crítica a la Iglesia. Vaya con las cosas que dice nuestra filóloga. Tardará tiempo la prensa en depararme una lectura tan tierna como la de esta contraportada. He aquí a una mujer valiente pero que reconoce que ha tenido que jubilarse para investigar lo que le da la gana...Qué poco nos hemos asomado con inteligencia a nuestra literatura. Al hilo de esta curiosa pareja Aspas / Rosa Navarro, me comenta Francisca, una profesora de secundaria que selecciona textos para sus alumnos en mi biblioteca, cuánto mejor explica Don Camilo lo de la violencia de género en su Margot que cualquier informe de expertos en la materia. Me aprece extraño no haber sido capaces de extraer a estas alturas de la historia todo el jugo que nos han dejado nuestra literatura; sin duda, la edad de piedra ha durado demasiado, y sólo ahora empieza a verse un campo medianamente despejado para admirar una cosecha tan deslumbrante como feraz...pero qué tarde!

"Descubrí que el 'Lazarillo de Tormes' habla de la pederastia y critica a la Iglesia"



viernes, abril 05, 2019

Galimatías

Doña Rosa sentía una admiración tan extrema por la palabra que consideraba el acto de escribir, o mejor dicho, su resultado, un reflejo de la ética del amanuense. Lejos esta concepción del mayor logro comunicativo en el ser humano de la aquella que la filosofia postmoderna no se cansó ni se cansa de someter a crítica. Había palabras talismán para Doña Rosa, y eran estas, además, palabras humildes, populares incluso; hasta diría vulgares por lo fácil y pegadizo de su uso. Rosa es inmensa intelectualmente; me parece inaudito (una acaba por copiarla sin querer) que el trópico en el que se exilió cuarenta años no le pareciese su medio puesto que ella misma es trópico, es el medio en el que una intención -la de ser su seguidora al modo en el que ella también seguía a sus maestros- una lectura honesta, puede germinar en ideas preñadas de posibilidades. Ella lo expresaba con apología de lo "genésico", lo que puede crear, lo que fecunda y se deja fecundar; y desde este punto de vista, ¿que cosas pueden ser más fecundas que la palabra? El manejo del verbo da lugar a un nuevo ser, lo mismo que la cópula puramente biológica; la creación es la misma, surge por el impulso pasional de las personas cuyo exceso pasional, a la fuerza, tienen que sublimarse en algo. Querida Rosa, has escrito para ser leída con décadas de retraso; yo lo hago, leerte, digo, con una diferencia de medio siglo y aún así me parece que es demasiado pronto para entenderte en toda tu extensión. Eras la contradicción pura y más rica que he visto no sólo en literatura, sino en pensamiento y más pura por libertina e impúdica. Has despistado a casi todos, les has obligado casi a no entenderte y malinterpretarte porque te sabías avanzada para tu época. Pero el castellano es transparente amiga, bien lo sabías y decías, por eso es seguro que se puede llegar al "intríngulis". Sólo, y nada menos, hay que disponer de voluntad, ese querer que tanto explicas y que te ha llevado a una filosofía tan peligrosamente, me parece, cercana a la verdad (como si esta existiese), ese querer que explica tanto la creación como la aniquilación (estoy pensando en la violación que explicas en Saturnal pero cuya teoría ya tenías perfectamente lineada en 1930 en tu famoso Esquema). Palabras humildes como la arcilla con que te empeñaste en modelar bustos clásicos que pronto se arrinconarían en las esquinas de talleres de empeño vanguardista. Y siendo tu la ultraísta! no lo ven ustedes? todo contradicción doña Rosa, se la mire por donde se la mire. Maravilla erotoestética desde el primer mordisco. Galimatías no estuvo en tu vocabulario, creo que hoy podría casi decir con posibilidad de acertar en un noventa por ciento de las ocasiones, las palabras que están en tu obra y las que no. Galimatías no está, sólo la elegí para no copiarte, y para dejar aquí montado un desbajuste verbal que sólo tiene como finalidad dar algo de sentido a unas horas, días, semanas, completamente perdidas en rutinas abominables. Tú tenias que montar estanterías constantemente y en ello y otros quehaceres absurdos sentias escurrírsete el tiempo (...) Me pasé a la segunda persona Rosa, quitándole rigor a un texto que no tiene por qué tener nada de serio pero que comencé con otra intención; los prólogos me pierden, quizá sean lo único que merezca la pena.