Francis Bacon |
Entre los que roban a traición y sobre seguro, es decir, con alevosía, lo que perdemos por despiste, apatía o indiferencia, y lo que dejamos de conseguir por una deliberada claudicación ante la efectiva amenaza de un apocalipsis, el retroceso ya no sólo está asegurado, sino que lo asumimos como necesario, en una carambola de irracionalismo más atroz que absurda, que ya es decir, más exterminadora que ridícula, que ya es decir, más irrevocable que dolorosa, que ya es decir.
El recorte, si ya es insoportable por lo que tiene de primario y genocida, cuando también es de mangas y gratuito, constituye una provocación en toda regla. En todos los procesos históricos parecidos en los que se produjo una violenta reacción que zanjó con un sistema para iniciar un período de incertidumbre, la cosa empezó, en apariencia, como por accidente. Una subida del pan, un atentado en un país extraño, por ejemplo. Presiento que un bando municipal para precintar contenedores o la eliminación de un medio de comunicación pueden tener efectos nada ignífugos.
Violentarse por la eliminación sin miramientos de un programa radiofónico que era uno de los pocos reductos de sensatez e higiénica crítica a la violencia del poder, no por que fuera previsible, deja de ser la chispa que para muchos pueda suponer por fin el inicio de algo. Javier Gallego, Carne cruda, Radio3, podía ayudarnos a algunos a sobrellevar mal que bien el mefítico e insopotable hedor de la corrupción generalizada del poder. Lo sabían desde hacía tiempo, disimularon estar hasta sus engominadas coronillas de tanta libertad perroflautil y fieles a la tradición casticista que colorea sus pieles de toros no se cortaron y cortaron por lo sano, nos dejaron sin nuestra voz, que era la de Javier Gallego, la voz de la cruda realidad de la carne quemada por el paro, la explotación, la extorsión, el engaño, la puta prima de riesgo y las reputísima deuda soberana.
Desactivados todos los mecanismos de defensa contra el ataque inesperado de los que tenían que ser los buenos, yo, personalmente no veo otra solución que pedir la cabeza de Alfredo García o reunir a un grupo salvaje que tome decisiones a quemarropa, y si no que venga San Peckinpah y lo vea.
Crudo, crudo, crudo, lo tenemos Javier Gallego, la cita de Proust asoma disfrazada con su negro manto y su podadera, y todos pensamos ¿seré yo el siguiente?, ¿se meterán también con miserables blogs como este? ¿cuanto se tardará en restaurar las maderas de aquellos escenaríos tan patrios y queridos de los autos de fe?
No te echaré de menos, Crudo, porque no te imagino resignado. Te han dicho ¡que te calles de una vez! como el fantoche que todos creíamos que estaba de caza (¿os digo donde estaba en realidad?), pero a ti sólo te manda callar la audiencia, y esta te estará buscando estos días en las ondas, tenlo por seguro. En la radio han hecho hoy un butrón del tamaño del embalse de Entrepiernas, y yo me pregunto ¿vendrá un chino a montar un programa de plástico también
4 comentarios:
Quieren que no se nos oiga pero lo tienen crudo.
Alicia
P.D.: llámame
perdona Alicia, mañana sin falta hablamos
Malditos días de agosto en los que nos obligan a dejar de ser crudívoros para ser omnívoros. Esperamos a Javier en cualquier otro lugar.
Gran post, Anuska, como siempre
pues tento un plan princesa...¿que tal si nos disfrazamos de extorsionadoras y nos paseamos sibilinamente por las ondas?....seguro que asoma, fijo, gracias por venir, pero para otra vez tráete el fiambre por lo menos que me que dejas la papelera de reciclaje a rebosar
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