viernes, agosto 24, 2012

Libertad, Jonathan Franzen

De Jonathan Franzen sólo sé lo que me cuenta L. en uno de sus suculentos emails. Que un pirado le robó las gafas justo cuando tenía que soltar un speech, y que como no veía nada tuvieron que perseguir al ladrón para recobrarlas cuanto antes. Bueno, eso y que su pasión por la reinita cerúlea no es una ficción. Ojalá se me llevasen a mi también las gafas en estos momentos y tuviese que distraerme en sobrevivir a tientas abriéndome camino entre los borrosos perfiles de los objetos, las personas, las esperanzas y las ilusiones. Una grave minusvalía puede ayudarte tanto a sobrevivir. Si, y un pensamiento autocompasivo también, J.F., que te intuyo. La reinita cerúlea también es un buen salvavidas, chapeau. Yo tengo alguno casi tan curioso, pero mis pasiones son tan efímeras como el sabor de los chicles de menta, como tú dirías , así que lamentablemente me suelo largar corriendo nada más intuir un pequeño guiño de la trampa que esconden. Por ese camino se llega al cinismo con una facilidad bochornosa, por eso es bueno desconfiar continuamente del subtexto y crearse uno nuevo y a medida. Los demás, si te quieren, y a mi me quieren que te cagas, lo tienen chupado para no sólo aguantarte, sino aceptarte y rechazarte en la justa medida que exige la felicidad. Así que no necesito una casa con vistas al paraíso para avistar exotismos, los encuentro cada día en los silencios, en las historias perfectas como las tuyas J.F., en palabras recuperadas como tu título, en plazos cortos, en plazos largos, en plazos desconocidos, en combinaciones milagrosas de alimentos, en desconfianzas, en películas mudas, en sueños y en deseos. Vale, vale, con una piscina climatizada y un trozo de mar para mi solita sería más fácil, lo reconozco, así que sí, J.F., me dejaría corromper por una módica cantidad de tiempo. Yo venía a hablar de este libro y a recomendároslo, conste....¿estais ahí aún?

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Calqueira se levanta co ben que vostede escribe...

Anónimo dijo...

¿E dá lido uns tochos tan gordos?

Ana Bande dijo...

A historia dos Berglund podería durar outras cincocentas páxinas e eu seguiría pendente do que pasa pola cabeza de Patty, imaxinando as profecías da baliza de Richard, tentando entender a Walter, ollando de esguello a Lalitha....pero sobre todo calibrando a diferencia de denside do mesmo mundo para cada un dos individuos dunha especie tan diversa como vulgar, é un relato dunha minuciosidade emocional sen precedentes (para min, que non lin ben a Proust), un catálogo de procesos sentimentais con consecuencias devastadoras (sexan gratificantes ou non), un diagrama de fluxo no que pode que nos atopemos a nós mesmos, a como fomos nun tempo, como nos gustaría ser, as consecuencias da persistencia ou da inconsecuencia cun mesmo e coas convencións, un universo de posibilidades as que viven e se desenvolven na contorna dos Berglund que pode acalmar a nosa curiosidade polo que sempre nos quedará por experimentar, un libro apto, sen dúbida, para alienad@s, ou sexa, case todos.

L./Sigrid dijo...

Además de hacerme la ola digital por la mención a un mail tan cotilla y que envié a la autora de este blog, sigo aquí leyéndote, claro que sigo aquí. Los Berglund no son una taxonomía diferente, es su "diferencia de densidad" lo que le permite a Franzen no dejar títere con cabeza sobre el buenismo occidental,sobre los salvavidas comprados en los chinos que son parte de los altruismos (o no) que aquí aparecen. Mejor hablar con cerveza de por medio, ¿no? ;-)

Ana Bande dijo...

Para hablar contigo cervecita por medio...¡y de los Berglund!...tengo que entrenarme querida, además todavía tengo que digerir la muerte de lalitha y acabar las ¡veinte últimas páginas", no me atreví a acabar la historia, yo siempre dejo lo más rico para el final, la clara del huevo (¿o era la yema?), el pitillo del día, y como no, el final de las mejores historias...a todo esto ¿tu con quien te quedarías? ¿walter o richard?