martes, mayo 02, 2017

Gracias Lumen. Chacel reeditada.


Detenerme en los expositores de la fast literature de las librerías y encontrar, sin previo aviso, en medio del griterío de las portadas de los best sellers con estas dos delicadezas me parece un acto mucho más religiosamente redentor que cualquier mal resbalón en la subida al calvario. Gracias Lumen. 

Es un acto heroico siempre reeditar a Chacel, y hacerlo a dúo es incluso una temeridad. A Chacel parece que nunca le llega su hora ¡que lamentable! ¡que absoluta pena! Este país, precisamente tan increíblemente deficitario de genialidades intelectuales, va y cuando tiene a una pensadora de una talla inigualable, la exilia en la guerra, la ningunea en la posguerra, la desprecia en la democracia y se permite ignorarla con desparpajo en la postdemocracia, que no sé si existe, pero seguro que sí, y es este vacío tan lleno de estridencias que nos acorrala.

Chacel, como me dice el que fue su gran amigo, Alberto Porlan, nunca será muy leída, pero siempre será célebre. ¡que absoluta verdad! Menos mal que me lo dice y así me tranquiliza un poco en mi desesperado intento de comprender la tiranía del desprecio hacia ella. Chacel escribe demasiado difícil, dicen, y por eso no se la lee. Debe de ser porque su genio consiste precisamente en utilizar las palabras más transparentes de nuestro idioma, que en su escritura son hilaturas finísimas poco frecuentadas por lectores demasiado acostumbrados a los lodos de una picaresca que se resiste a desaparecer en la práctica literaria (también) de lo escrito en español de España  (gracias Quiñonero). 


No vendré mucho por aquí a hablar de cosas que no tengan que ver con Doña Rosa, porque en ella se contiene casi todo. Es, la suya, una literatura revelada a la que se ha de volver una y otra vez para no perder el norte. Porque las brújulas, colegas, están todas estropeadas. Vean si no la última reseña de Ignacio Echevarría en su columna. No sabemos a qué atenernos con la crítica. Menos mal. Si lo supiéramos quizá nos dejaríamos convencer por estas vanas palabras que nos alejarían de Doña Rosa, otra vez. Que poco amor por la literartura en los que más deberían amarla. Este crítico al que no sigo, habla de Rosa por habladurías, por boca de Mario Levrero. Yo que pensaba estar ante una crítica de estas dos preciosas novedades, pero no. No debió haberse leído a doña Rosa el pobre de Ignacio y el tiempo debía de acuciarle para mandar algo para su columna. Qué pena, porque Mario Levrero, a doña Rosa le debe lo mejor de su literatura y dijo cosas preciosas, como no podía ser de otra manera, sobre ella. Pero siempre es más fácil descontextualizar y poner el micro en esos momentos en que los creadores están indiscretamente pensando en alto. Me quedo no con el Levrero de Echevaría, sino con el que nos recuerda Javier Montes en su ya comentada novela "Varados en Río". 

Javier Montes cree que la desolación de Chacel, que sólo en sueños se manifestaba libremente, sólo podría curarla otro sueño, como el de Mario Levrero que relata a continuación" "Soñé que (...) me encontraba frente a doña Rosa, y hablábamos. Su presencia era muy fuerte, muy nítida, llenita de formas, por no decir  obesa; revelaba una enorme fuerza interior. Yo me conmovía, hablando con ella, probablemente recordando lo que había leído acerca de todos los malos tratos y las postergaciones que había recibido (...) En determinado momento yo le decía: "Rosa, por favor: pase lo que pase, por nada de este mundo, usted vaya a dejar de escribir." Lo decía desde el fondo del alma, y con mucho énfasis. Luego (...) me ponía a llorar de modo incontenible, inconsolable. Me desperté con ese dolor en el alma, con ese dolor que al mismo tiempo era piedad por doña Rosa, por todos los escritores que han recibido los malos tratos del establishment, y desde luego por mí mismo. 

Y usted es ese establishment señor Echevarría, que pena...lea a Doña Rosa y se le pasará ese mal cargo, seguro. 

Afortunadamente hay una bibliografía muy rigurosa sobre la literatura chaceliana. De Barrio de Maravillas, por ejemplo, puede consultarse el elaborado trabajo de Isabel Foncea Hierro.


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