Retrato de Alejandro Cabeza |
A María Jesús Fariña, por su confianza.Gracias.
Este año se cumple –no puedo decir que se esté celebrando- el 120 aniversario del nacimiento de Rosa Chacel. Ya no constituye ninguna novedad el hecho de que pase totalmente desapercibido. Podríamos detenernos a analizar las causas de este deliberado y persistente olvido, pero sería vano; todo se reduce a lo mismo, a la decepcionante evidencia, de nuevo, de tener que reconocer que Chacel tuvo muy mala suerte con su lugar de nacimiento. No hay que empeñarse en seguir transitando por caminos imposibles.
Concentrémonos en
los tan escasos como valiosos recuerdos que de Rosa aparecen milagrosa e
inesperadamente, en nuestro entorno. El
más reciente, el de Luis Antonio de
Villena en sus deliciosos dorados días de sol y noche. Leerte, Luis, fue un desternillante y placentero viaje al futuro poniendo rumbo al pasado, así es de confuso este paisaje nuestro. Me hice con el libro de Villena por la única razón de
que sabía que hablaría de Rosa, pero es justo reconocer que nuevamente los
caminos chacelianos conducen siempre a parajes extraordinarios donde hay alimento espiritual para una buena temporada. Villena, con una
generosidad quizás desprevenida por la contundencia del tiempo pasado, nos
ofrece un retrato hilarante y valioso de aquella transición de la que tanto nos
queda por despejar. Luis nos recuerda a Rosa, y los recuerdos que comparte
de aquella amistad son un premio para las que buscamos cualquier pista que nos
reconecte con esta magnífica de nuestro pensamiento y literatura. Nos
la describe Luis en su ambiente, con una fidelidad y simpatía que sin duda la haría muy feliz. Dice Luis que la echa de menos. Y nosotras Luis, las que sólo hemos podido leerla y no disfrutarla en vida. De alguna forma, sus seguidoras estamos solas aunque tengamos una obra densísima que nos entretendrá durante años. Si me pidieran que
definiera a Chacel con una sola palabra no lo tendría difícil. Sería
insobornabilidad. No dudó nunca de su capacidad y aunque la vida la sometió a
las durísimas pruebas de todos los exilios posibles – político, económico, de género- siempre se mostró inquebrantable en sus juicios, aunque sabía
mejor que nadie de la enorme incomprensión a la que se enfrentaban sus
contundentes declaraciones. Hay cientos de ellas. Todas deliciosamente, rabiosamente irresistibles. Dicen que estos excesos la
perjudicaron, que la mantuvieron en un segundo plano siempre, porque la corrección
no era lo suyo. Qué despropósito. Ella conocía bien lo que era la corrección.
Era precisamente este aspecto aplicado al lenguaje, ese extraordinario oficio
del que se vanagloriaba, lo que la mantenía en la cima. Eso se paga con
episodios tan sórdidos como el que protagonizara Umbral y tantos otros a los que
interesaba justamente lo contrario que a ella: que se hablase de sus libros.
Entiéndase esto. Rosa hubiera sido inmensamente feliz de haber tenido mayor reconocimiento,
pero no estuvo dispuesta en ningún momento es rebajar el nivel de su
pensamiento a costa de la difusión de su obra. Alberto Porlan,
gran amigo suyo y al que debemos la mejor entrevista que se le haya hecho,
me aseguraba hace poco en respuesta a mi desolación por su desconocimiento, Rosa nunca será muy leída, pero siempre será
célebre. No se puede decir más con menos palabras. En esta afirmación
tenemos el “intríngulis” además, que nos ayuda a entender mejor esas cosas del
canon literario. Nadie podrá ningunearla, aunque no la nombren, aunque no la
reediten, aunque no celebren sus aniversarios y no se lleven sus obras a las
aulas ni a las pantallas. Sus textos están ahí y siempre habrá lectoras y
estudiosas que sabrán que es una cumbre imposible de cuestionar. Esas declaraciones
siempre polémicas de Chacel se me antojan piedras lanzadas al mar de la filosofía,
la literatura y el modo de vida de su época y de la nuestra. Piedras que
hicieron saltar por los aires simplezas, convencionalismos y comportamientos
acomodaticios o falsas progresías. Recuerden aquello de que “la literatura femenina es una estupidez,
que es de lo más recordado de sus declaraciones. Como si pudiera tomarse como
una ofensa al feminismo. ¿acaso no es una falacia hablar de literatura
femenina? ¿es que alguien en su sano juicio se refiere a la literatura en
general como literatura masculina por ser mayoritariamente hombres los que
conforman el canon? ¿es que alguien duda de que hablar de literatura de mujeres
o para mujeres las sepulta en un margen seguro y diferenciador por un absurdo empeño
en hacer de una desigualdad una bandera? ¿es que no es ella misma y la
extraordinaria pléyade de mujeres que en su dificilísima época nos dejaron
grandes obras la muestra de la perfecta igualdad de la capacidad creativa de
las personas? A mi esta evidencia a punto está de demostrarme lo contrario, la
enorme capacidad creativa de las mujeres, puesto que la existencia misma de las
propuestas chacelianas son la constatación de una capacidad extraordinaria para
anticipar géneros, modas, ideas. A saber lo que hubieran hecho estas magníficas
de haber tenido una habitación propia para hacer su obra y unos chelinesm como nos recuerda Woolf, para
intentar sacarla adelante. Me siento obligada
a recomendar siempre la lectura de las obras de Rosa Chacel porque intuyo que
será un descubrimiento tan placentero para tanta gente como lo fue para mi
cuando, ¡que tarde! acometí su lectura. Me invitaron un día a elegir una
autora y hablar de su obra. Acepté el compromiso y cuando busqué en el catálogo
que me ofrecieron quise elegir lo fácil. Y caí en la trampa, toda una suerte. Apareció Rosa. Memorias de Leticia Valle por su
aceptable extensión quizá por el propio título me pareció empresa fácil. No
sabía que había entrado en una literatura en la que me quedaría años. Las poco
más de cien páginas de esta novela me atraparon ya para siempre. Cuántas novedades en
este pequeño texto. Lolita de Nabokov empequeñece, no por su inferioridad. No
es eso. Empequeñece por la transcendencia que se otorgó a esa obra por su
originalidad. En España ¿cuantos sabemos que antes que la canónica Lolita teníamos una novela que incorporaba el tema
del juego de la seducción entre una niña y un adulto? Y desde un ángulo
ciertamente más complejo y desde luego mucho más relacionado con lo nuestro. En
MLV están el deseo, si, pero también la relación entre personas de diferente
estatus, diferente sexo, diferente edad y está la historia de España y la voz
narradora femenina apropiándose sutilmente del discurso y con una voluntad de
hierro. Cuánta crítica vertida para dilucidar quién seduce a quien, si la niña,
si el hombre maduro, cuando lo que está claro es que es la palabra la
seductora. Y todo con el misterio necesario para que pueda leerse como una
historia misteriosa y por tanto atractiva para los que sólo busquen el mero
entretenimiento. Pero MLV no trinfó, no arrasó como debía. Porque como toda la
obra de Chacel son cartas que a nuestro país han llegado con décadas de
retraso. Y aún así ¡qué novedoso es todo lo que propone! Es como si Rosa
escribiese sus obras sabiendo que se leerían muy muy tarde. Ella lo intuía
todo, seguramente esto también lo adivinó. Después de MLV
emprendí la lectura de Teresa. Una
biografía encargada por Ortega y Gasset de Teresa Mancha, la amante de
Espronceda a la que ella dio vida propia, literalmente además, puesto que se desconocía
todo absolutamente de esta persona por haber quedado sepultada en el mito de la mujer
fatal que echó a perder la vida del gran poeta patrio. Léanla, y prueben luego
a leer el Canto a Teresa. La vista se
les nublará pero se despejarán dudas intemporales que se les antojaban
irresolubles. De Estación. Ida y Vuelta decir que es una
constatación, quizá la única de la lectura más temprana de Joyce en España y de
su magistral interpretación. Bueno, eso y que ahí están las propuestas que
luego se atribuyero a lo que se llamó el Nouveau Roman. Ahí es nada. Cuando hablo de
Chacel no puedo omitir el nombre de Juan Pedro Quiñonero y la deuda eterna que
en España contrajo con él, pues fue uno de los introductores de su
obra en España. No olvido, por supuesto a Ana María Moix, que tuvo la suerte de
contactar con Chacel después de leer Teresa
casi por milagro y quedar atrapada en sus páginas. Ana María inició con Chacel
una correspondencia que conforma una obra literaria en sí misma de primerísima
calidad. Pero Rosa disfrutó
de la amistad de muchísimas personas interesantes en su vida y mucho me temo
que esta correspondencia tiene la misma calidad y por tanto la misma urgencia
para su publicación. Una gran parte de estas cartas fueron destruidas por
nuestra autora, para “evitar a los husmeadores de vidas ajenas”, dijo. Pero en la Fundación Jorge Guillén (me pregunto por qué en
Valladolid, su tierra natal no disponen de una institución propia para su
insigne escritora) descansan aún cantidad de cartas que ya no pueden seguir
durmiendo el sueño de los justos. De su gran obra La Sinrazón, no hay sitio para hablar,
porque se trata de una obra mayor que no puede ser descrita en un párrafo.
Digamos sólo que es la puesta por extenso de aquel proyecto joyciano de Estación. Ida y Vuelta. Ahí está la
conciencia realmente puesta en pie de un personaje que explica y se autoexplica
invitándonos a habitar esa torre donde el pensador, la escritora desarrolla a
paso lento pero contundente una explicación ….del mundo. Pero también hay
poesía. Los sonetos chacelianos son puro misterio a la par que una arquitectura
perfecta. Valle Inclán opinó sobre su trabajo poético: “Rosa, tus versos son
demasiado perfectos. Por ese camino no llegarás a ninguna parte”. No es tan
ambiguo como parece nuestro gallego universal. Piénsenlo tras su lectura. Los cuentos, los
relatos, su narrativa breve son un concentrado tal de misterio e inteligencia
que invitan a su memorización, a su interpretación. Me gusta leerlos en voz
alta, quizá porque al sentirme acompañada por mi propia voz me sustraigo un poco a
la enajenación que provocan la belleza de sus propuestas. En cada frase me
pregunto ¿pero de qué me está hablando aquí? ¿es esto? Sí, es esto. Es este
tema, es esta sensación innombrable que yo he tenido a veces. En sueños y
también en momentos de profunda reflexión. Y si habéis leído más obra uniréis los puntos, como en el juego infantil, y entonces emergerá una imagen,
una de esas imágenes en movimiento que extasiaban a la Rosa más cinéfila, y por
ahí entráis a otra puerta, que sólo será otra parte de la mise en abyme que es toda su obra. Bienvenidos a la obra
chaceliana. Bienaventurados los lectores que no se dejan amendrentar por lo
“muy” intelectual· (en mala hora Aranguren aplicaste tan mal el adverbio. Claro que a contestarte dedicó Rosa deliciosas páginas también).
5 comentarios:
Brava Ana! Grazas por compartir, e contaxiar, a túa paixón por esta grande!
Pavón, querida, grasas a ti por este boca a boca tan necesario para min. Bico.
Qué bonito homenaje. Yo también me contaminé de este amor a Chacel y comparto tus palabras, no me cansaré de llevar algunos de sus textos a las aulas. La modernidad y audacia de la autora es incuestionable.
Leí tu texto a paso lento y me encantó. Muy bonito.
Gracias anónimx.
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