viernes, enero 31, 2020

La melancolía en tiempos de incertidumbre, Joke J. Hermsen ( I )

Pudo ser el airado cisne de la portada el reclamo que me empujó a adquirir este bellísimo ejemplar, o una reseña leída al vuelo en la que se mencionaban los emblemáticos nombres de mis queridas y admiradas filósofas. Si, eso fue, ahora lo recuerdo; en algún sitio leí que la autora era conocedora de Arendt y Salomé, dos magníficas (en tu nombre, María Jesús, maestra) y corrí a la Casa del Libro con una urgencia un poco incontrolada.

Es enigmático el cisne, y hermosísimo además este del cuadro de Asselijn que nos remite directamente a la ira de la que hablaba el libro de Pankaj Mishra. El cisne airado es una metáfora perfecta de esa furia con la que reaccionan hoy la mayoría de las personas cuando alguien no comparte su opinión. Mostrar desacuerdo se interpreta casi siempre como una ofensa, por eso el autor hindú eligió esa palabra, ira, para definir el mundo actual; una época en la que el resentimiento parece ser el factor determinanate de la extrema conflictividad y violencia. Hermsen también trata de desentrañar las causas de la tensión en la que vivimos, y las encuentra en la transformación de la melancolía en el miedo y agresividad con que reaccionamos cuando nos sentimos amenazados por peligros, sean estos reales o imaginarios. Es muy revelador que estos dos libros, de extraordinaria erudición y profundidad de análisis coincidan en los presupuestos básicos de sus conclusiones. También es tranquilizador, pues conocer las causas del problema es la única vía para diseñar posibles soluciones.


No es difícil de entender, además, que ante una situación de carencia, desigualdad y violencia, la ciudadanía se sienta amenazada, y que ese miedo, combinado con una deficitaria capacidad de análisis empuje irremisiblemente a buscar chivos expiatorios siempre eficaces para manipular a una poblacíon incapacitada y remisa para enfrentarse con análisis mínimamente complejos.

Los populismos autoritarios asoman de nuevo por las costuras de nuestros frágiles sistemas democráticos para ofrecer las cabezas de los presuntos culpables que les permitan narcotizar a una población previamente amedrentada y conseguir así la sumisión que nunca soñarían obtener de una ciudadanía despierta intelectualmente y con capacidad crítica para juzgar por sí misma el contexto en que se desarrollan sus vidas.

El perro que amenaza al cisne de la portada no es el Islam; no se trata de un conflicto de civilizaciones, pero tampoco es el "ilegal", el "inmigrante", el "refugiado" ni el "buscador de fortuna", nos dice la autora. No es el homo sacer, que los engloba a todos del que habló Agamben, ni el poscrito a quien en el imperio romano desterraban de la polis, arrebatándole todos los derechos y condenándolo a vivir en la ilegalidad. Estos son los chivos expiatorios que tienen que pagar por nuestro miedo al terrorismo, por el cambio climático y por nuestras crisis financieras, y además, los hacemos cargar con la culpa de nuestra pérdida de identidad y de la desaparición de nuestras tradiciones. En la base de esta situación hay un malestar en la ciudadanía que la autora relaciona con un profundo estado de melancolía que se refleja en el elevado número de personas que sufren algún tipo de depresión. Históricamente, desde la acedía medieval hasta la depresión actual pasando por el Weltschmerz y el spleen del siglo XIX, siempre se ha nutrido de sentimientos de miedo, carencia o pérdida. Pero el estado de melancolía,  nos previene Hermsen, puede derivar por dos pendientes de consecuencias bien distintas. Podemos sentir el deseo de buscar lo que hemos perdido y de esta forma estimular nuestra creatividad, o bien alimentar nuestro sentimiento de nostalgia desconfiando del presente y temiento al futuro, convirtiéndonos en pasto de los populistas que apelan a este sentimiento para hacerse con el poder. Esto es lo que está pasando en Estados Unidos -en donde Trump se percató de la eficacia del slogan make merica great again-, como en Europa, con líderes que proliferan prometiendo proteger identidades nacionales frente a amenazas externas. La autora insiste en la importancia de este sentimiento de pérdida y nos ofrece en su ensayo un sustancioso devenir de la melancolía desde el arte, la música, la historia o la filosofía.


TEXTO COMPLETO. Nosotros los refugiados, Hanna Arendt

jueves, enero 30, 2020

Los orígenes del totalitarismo, Hannah Arendt. Relectura obligada.


Cómo en posible que Hanna Arendt parezca hablar con tanta nitidez de nuestro tiempo en su ensayo Los orígenes del totalitarismo, escrito en 1951?.

Joke J. Hermsen en su lúcido ensayo La melancolía en tiempos de incertidumbre, nos recuerda que tras las últimas elecciones presidenciales en Estados Unidos que dieron el poder a Trump, muchos comentaristas remitieron a este libro de cabecera sobre los totalitarismos con el que Arendt se consolidó como pensadora política, aludiendo especialmente a las siguientes palabras del prólogo:



"Este momento de tensa expectación es como la calma que sobreviene cuando se han extinguido todas las esperanzas. Ya no esperamos una eventual restauracion del antiguo orden mundial, con todas sus tradiciones, ni la reintegración de las masas de los cinco continentes, que se han visto arrojadas a un caos producto de la violencia de guerras y revoluciones y de la decadencia creciente de todo lo que ha quedado en pie. En las condiciones más diversas y las circunstancias más dispares, observamos cómo se produce un mismo fenómeno: expatriación y desarraigo en una escala sin precedentes. Nunca ha sido tan imprevisible nuestro futuro, y nunca hemos dependido tanto de fuerzas políticas de las que no cabe esperar que sigan las leyes del sentido común". 


En España nunca se leyó mucho a Arendt, pero tampoco a Zambrano, ni a Chacel, ni a Ortega, tampoco a Simone Weil, ni a Isaiah Berlin, ni a Lou Andrea Salomé [et.al.]; ojalá se cumpliera aquel consejo que Brosdky le dio a Vaclav Havel, de darle un libro a cada ciudadano, un sencillo acto que  bastaría para hacer de este un mundo mucho mejor. Tampoco estaría mal no llamarles bibiotecas a espacios vacíos ni devolver el dinero destinado a la compra de libros en nuestra biblioteca de la Universidad de Vigo a su destino, comprar libros y enriquecer el fondo bibliográfico, porque nunca, nunca dejarán los paniaguados de reclamar su ración por más democrático que sea nuestro sistema. Ojalá.


miércoles, enero 15, 2020

La edad de la ira, Pankaj Mishra


Pankaj Mishra (India, 1969) ensayista y novelista, doctorado en literatura en la Universidad de Jawahallal Nehru de Nueva Delhi y colaborador habitual en revistas como The New Yorker, The New York Review of Books, The New York Times Book Review y The Guardian, es autor de una extensa producción bibliográfica que comprende ensayos, libros de viajes, reportajes y novela. Su libro De las ruinas de los imperios (Galaxia Gutemberg,2014) le convierte en el autor no europeo más prestigioso al ganar el primio Leipzig Book Award for European Understanding. Por su origen asiático y su erudición en cultura europea, sus puntos de vista constituyen un original punto de observación de la actualidad. 

La edad de la ira, es un libro enmarcado en la disciplina de la historia del presente. En España, fue Julio Aróstegui uno de los teóricos que aportó más investigación en este campo. En un ya lejano 2005 pude asistir a unas excelentes clases del profesor sobre la historia de la violencia en nuestro país. Eran los primeros tiempos de la historia del presente y recuerdo lo extraordinario que me pareció en aquel momento poder reflexionar sobre la actualidad desde un punto de vista histórico. Desafortunadamente no seguí con mucha atención la deriva de la investigación académica de esta disciplina a partir de entonces. La desaparición del discurso histórico del debate de actualidad en un contexto de total marginación de las humanidades, fue tan implacable como nocivo; a la vista están las consecuencias de estas lagunas en el estudio y comprensión de nuestra historia en general y la reciente en particular. El conocimiento del pasado no constituye por sí mismo una garantía de políticas exitosas para alcanzar un futuro mejor, pero podemos estar seguros de que lo contrario es la deriva más eficaz hacia la confusión.  Niall Ferguson, suele insistir en las carencias de los docentes  de historia a la hora de enseñar de metodologías de comparación entre períodos históricos como causa fundamental de la falta de comprensión de la actualidad en relación con el pasado. Es evidente, por ejemplo, que la obsesión actual de asimilar la actualidad con los años 20 y 30 del pasado siglo, es un flagrante error. En nuestro país, a este déficit, habría que añadir, además, la enorme laguna que supuso la extinción del discurso histórico y filosófico producto del exilio de las personas académicamente más relevantes, a partir de la posguerra. Se sumó además el ocultamiento y marginación del estudio de la historia reciente de España en las aulas y en el debate, como consecuencia del miedo constante a desatar viejos odios que si persistieron fue precisamente por falta de explicación y de debate en torno al pernicioso tabú de la reconciliación nacional. Un círculo vicioso que no se romperá con el olvido sino con la comprensión, intelectualmente hablando, de los fenómenos históricos. En este contexto es especialmente relevante el libro de Mishra, porque hay un riguroso empeño de análisis del complicado mundo actual sustentado en el conocimiento del autor de diferentes contextos culturales y en unas fuentes bibliograficas abundantes y solventes. Me parece un libro no sólo de lectura obligada, sino de relectura constante, porque ofrece rutas eficaces para orientarnos en la confusión de los extremismos que nos sobrecogen: las desigualdades, la radicalización política, el fundamentalismo religioso, la competitividad extrema, el individualismo a ultranza, la violencia de género, la xenofobia, el ataque al medio ambiente o el terrorismo.  Un estado de ira generalizada para cuya explicación Mishra propone una revisión histórica que pasa por cuestionar las bondades de la ilustración; mover los pilares mismos en los que se sustenta la superioridad intelectual de Europa como paladín del progreso que ha de guiar al resto del mundo. Una crítica, otro intento más, es cierto, al eurocentrismo. Mishra se pregunta, y hace que nos preguntemos ¿dónde reside la explicación de tanta barbarie? ¿cual es el origen de esta ira que no cesa y que nos mantiene en un estado de miedo y perplejidad que por su intensidad produce una parálisis que amenaza con perpetuarse? La clave, parece estar en el resentimiento, un estado emocional tóxico y global que afecta a una ciudadanía que ha visto ya por demasiado tiempo frustradas sus esperanzas de conseguir las metas que proponía la política supuestamente más respetuosa con el ser humano posterior a la Ilustración. El resentimiento global de hoy produce los mismos monstruos que el de aquella primera globalización de finales del XIX. La política de retórica y gestos extravagantes, dice el autor, es la misma hoy que la aquel Gabriele D´Annuncio, el inventor del saludo nazi, cuando ocupa la ciudad de Fiume. La política xenófoba actual es la misma que llevó a ciudadanos franceses a masacrar a trabajadores inmigrantes italianos en 1893, o la que explicó el supremacismo de Estados Unidos contra los chinos, o la de Austria-Hungría cuando convirtieron a los judíos en chivo expiatorio. El terrorismo actual tiene mucho más que ver con una crisis global del capitalismo que con el choque de civilizaciones, un mantra que por su extrema simpleza se asimila mucho más facilmente por el conjunto de una población poco dispuesta a la autocrítica. Los fenómenos de violencia terrorista de hoy día tienen mucho más que ver con los cometidos por anarquistas y nihilistas del siglo pasado que asesinaban a jefes de estado que con diferencias religiosas de diferentes culturas. No parece fácil a primera vista, pero Mishra nos plantea las cuestiones desde una óptica muy ilustrativa. Hoy, como en 1916, vivimos en una atmósfera densa y venenosa de sospecha, codicia y pánico mundiales, (Rabindranath Tagore). La ultraderecha en auge en Europa no tiene una visión muy diferente de aquella que presentaba el Manifiesto futurista de Filippo Marinetti, admirador de D´Annunzio, cuando decía: queremos glorificar la guerra- única higiene del mundo-, el militarismo, el patriotismo, el ademán destructor de los anarquistas, las bellas ideas por las cuales se muere y el desprecio a la mujer. Queremos destruir los museos, las bibliotecas, las academias e todo tipo. La reciente violencia salvaje se parece, en palabras de Mishra "a la más larga y extrañas de las guerras mundiales: una guerra que se asemeja, por su ubicuidad, a una guerra civil global". Hay muchas cuestiones que es necesario repensar para entender este nuevo escenario de violencia global y el autor aporta interesantes ideas e indica la necesidad de plantearse las preguntas pertinentes. Avisa de que "desde versiones islamocéntricas del terrorismo está claro que no se va a encontrar la solución" y sostiene que las élites politicas de Occidente "se mantienen incapaces de abandonar su adicción a trazar líneas en la arena, en su empeño de cambiar regímenes y reconvertir costumbres autóctonas, reflejando así su incapacidad de saber lo que están haciendo ni lo que están gestando". Está claro que esta sobreactuación de las potencias mundiales encabezadas por EEUU -véase el reciente atentado contra Irán- hablando sin cesar de la superioridad de los valores propios, no va a aportar soluciones, sino más resentimiento, y por tanto, más violencia. Porque la sociedad comercial universal de individuos racionales que buscan su propio interés defendida originariamente en XVIII por pensadores de la Ilustración como Montesquieu, Adam Smith, Voltaire y Kant, no nos trajo la prometida civilizacion universal con su armonizada mezcla de sufragio universal, oportunidades educativas, crecimiento economico sostenido, iniciativa privada y progreso personal. Además, la globalización, según Mishra, ha debilitado formas anteriores de autoridad y ha generado imprevisibles actores internacionales, y tal como anunciara Hanna Arendt en 1968, parece que por primera vez en la historia, todos los pueblos de la tierra tienen un presente comun. Las bondades de un mundo interdependiente y globalizado, sin embargo, sí han sido utilizadas por los individuos del Daeshs y por los demagogos y líderes autoritarios de todos los colores en un contexto de políticas reactivas antidemocráticas en Francia, Estados Unidos y Reino Unido pero también en Tailandia, Filipinas, India o Israel. Y ante este mundo de imágenes habituales de medios de los políticos airados insultando a los inmigrantes y a los "otros", en el que el umbral de la atrocidad ha ido bajando, y aumenta el racismo, la misoginia y la demagogia del discurso, se revelan "los hombres del resentimiento" . El autor ve también reminiscencias de Nietzsche porque parece esta toda una tierra temblorosa de venganza subterránea, inagotable, insaciable en exabruptos, como afirmaba el filósofi, porque tenemos la sensación de que el mundo gira sin control. El libro adopta, pues, una perspectiva muy diferente de la crisis universal, alejando del islam y del extremismo religioso la carga de la explicación: los desórdenes sin precedentes que acompañaron a la aparición de la economia capitalista industrial de la Europa del XIX y que produjo dos guerras mundiales, totalitarismos y genocidios en la primera mitad del siglo XX, estaría infectando hoy a regiones más vastas y mayores poblaciones de Asia y Africa, que entraron en contacto con la modernidad a través del imperialismo europeo y se están hundiendo en la fatídica experiencia occidental de dicha modernidad. La crisis universal supera la cuestión del terrorismo. El enfrentamiento Islam/Occidente no explica los males y la violencia actuales, por lo tanto, deberíamos abandonar ya esta obsesión y centrarnos en las causas de un resentimiento global que transciende fronteras nacionales, religiosas y raciales.  Es evidente que una global desigualdad en la distribución de la riqueza ha levantado muros humillantes y que las comunicaciones digitales, que nos aproximan a todos, aumentan la capacidad para establecer comparaciones envidiosas en un ambiente de "solidaridad negativa", en palabras de Hanna Arendt, cada vez más claustrofóbica. Hay que tener en cuenta, además, que en el pasado, las situaciones de crisis y desigualdad extrema eran amortiguadas por instituciones como la famila, la comunidad o el estado, hoy mucho menos activas. 
De modo que deberíamos de prestar atención a las proféticas palabras de la filósofa, cuando advertía de un futuro marcado por un "tremendo odio mutuo y una irritabilidad universal de todos contra los demás". No está de más, bajo mi punto de vista, atender al extraordinario análisis de otro filósofo, este más olvidado, Max Scheler, sobre todo sus aportaciones para una fenomenología del resentimiento y en su reflexión sobre el vínculo de amor como raíz del espíritu personal y de la comunidad de personas, ya que sólo a la luz de éste aparece el rostro del otro en su aspecto más noble. Del libro de Mishra, además, tenemos que destacar un valiosísimo apartado bibliográfico del que ahora destaco únicamente las obras disponibles en castellano.

Bibliografía

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Venturi, Franco El Populismo ruso. 




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