recuerdo un lagarto entre mis pies, recuerdo una cuesta por la que me precipité en un cochecito, recuerdo un pasillo de hospital, recuerdo una mano rota, recuerdo un espejito redondo con mango nacarado, recuerdo una vecina que gritaba, recuerdo una huerta abandonada, recuerdo una casa llena de conejos y gallinas, recuerdo una tarde en el río, recuerdo una mancha con forma de media luna en medio de la barriga de mi padre, recuerdo haberme cogido de la mano de una señora que no era mi madre, recuerdo la leche condensada, recuerdo los barrotes azules del balcón, recuerdo la colección de muñecas Nancys de todos los países que no era mía, recuerdo haberme despertado tres veces y salir a la calle desnuda, recuerdo un coche teledirigido al que observaba envuelta en una manta cerca de la ventana mientras la vecina me decía que la avisara en cuando viera a mi madre, recuerdo haber roto una pieza de porcelana del salón y luego observar con miedo cómo mi hermano unía las minúsculas piezas con el esmalte de uñas de mi madre, recuerdo un patio de luces enano por el que me asomaba para ver los cómics acumulados que había tirado mi hermano en cuanto entraba mi padre, recuerdo mi precioso conjunto rosa de cazadora y pantalón que planchaba cada mañana todavía húmedo porque me encantaba, recuerdo una araña al lado del plato de sopa, recuerdo las sillas de madera en las que nos sentábamos del revés, mi padre y yo, recuerdo partidas de ajedrez, recuerdo el sonido de un plato de sesos contra el suelo del salón, recuerdo haber besado a mi mejor amiga a escondidas en el trastero, recuerdo fotos de revistas de personas desnudas, recuerdo la caja de farias, recuerdo los hornillos que nunca quedaban limpios, recuerdo cuando al ayudar a mi madre a transportar la bombona de butano detectó mi primer aliento a tabaco, recuerdo un marcapasos sobre el teléfono, recuerdo un espejo oval de rodeado de falsas hojas metálicas de color de bronce, recuerdo un cajón donde había canicas, la llave del trastero, monedas, un escapulario, un par de pinzas de la ropa, una vela roja, cerilllas, botones, una baraja de cartas, una goma de borrar, un transportador, una goma del pelo, un cepillo para la ropa, un recordatorio de primera comunión y un par de relojes estropeados, recuerdo un maletín azul encima de un armario, recuerdo una funda de una pistola, recuerdo un puro de casi medio metro de largo y tan grueso como una polla, recuerdo un billete de cien pesetas dentro del libro de nácar de la primera comunión, recuerdo a mi abuelo ciero contar las noventa escaleras despacio y concentrado, recuerdo las pisadas cada vez más cercanas de los últimos escalones cuando llegaba mi padre, recuerdo las bolas de navidad rotas, recuerdo haber haber escuchado Je t´aime mais non plus, sin entender nada pero con cierta turbación, recuerdo el sillón de escai rojo que se pegaba a mi espalda, recuerdo los dibujos a lápiz con que mi hermana me explicaba cómo se le acercaba el chico que le gustaba, recuerdo una interminable colcha de ganchillo, recuerdo la bicicleta nueva, recuerdo la muñeca que estuvo durante años sobre la enciclopedia España-Calpe, recuerdo haber leído infinidad de veces ocran-sanabú en el tomo VII y de haberme percatado de la imposibilidad de saberlo todo, recuerdo una libreta verde con un escudo en la portada y con una hoja en las que había bolsitas de plástico de colores que guardaba semillas y minerales, otra que contenía un ojo realizado con sucesivas capas de papel pintado, otra con un mapa de España y otras muchas con numerosas cuentas, recuerdo una bofetada por no haber explicado a mi compañera que dos habas más una haba no eran cuatro habas, recuerdo una casa abandonada donde los niños fingían llevarnos a descubrir tesoros, recuerdo el sabor del pan con aceite y azúcar, recuerdo la barba de madre Sacramento, recuerdo la chaqueta pulligan que le robaba a mi hermana, recuerdo haberme confesado de pecados ajenos, recuerdo el caracol que le metí en el bolsillo al cura de religión, recuerdo el portalón de piedra por el que entrábamos al colegio y los números rojos que tiempo después dibujaron en cada una de sus piedras, recuerdo el sabor de las frutas robadas en el patio del colegio, recuerdo la chaqueta de terciopelo rojo que destacaba en la fila de niñas de uniforme azul y por la que recibí con un extraordinario gozo mi segunda bofetada didáctica, recuerdo unas sábanas mojadas, recuerdo un artefacto casero que hizo mi padre con cascotes y un peligroso cable eléctrico que tenía que ser un calentador, recuerdo la historia de Dédalo, recuerdo recortes de la sección de Tribunales, recuerdo los billetes de cien pesetas que podía obtener a cambio de solucionar cuestiones de álgebra, recuerdo un resto de lata de conservas incrustada en mi tobillo, recuerdo un baúl repintado de azul con un vestido de novia negro de talle minúsculo, recuerdo una faja de raso azul con infinidad de corchetes, recuerdo una peluca y unos pendientes con forma de fresas pero mucho más claritos, recuerdo un libro de tapas verdes con esquemas de genitales femeninos y masculinos, recuerdo sábanas blancas con puntillas e iniciales bordadas en cuyo interior a veces había billetes, recuerdo disimular que masticaba mientras envolvía trozos de carne en la servilleta, recuerdo un libro de calificaciones azul escondido entre las tejas, recuerdo dos pájaros grabados en las puertas del aparador, recuerdo un poster de Chad Everett, recuerdo el tatuaje con el nombre de Fernando en el brazo de una interna del colegio, recuerdo una carta en un sobre amarillo que habíamos prometido no abrir hasta el año dos mil, recuerdo los libros cosidos con hilo rojo, recuerdo un rollo de cordel con un anzuelo en un extremo para recuperar las prendas que se caían del tendal, recuerdo haberme colgado de la parte exterior del balcón, recuerdo el título Pantaleón y las visitadoras, recuerdo la pelota de goma verde que me regalaron al comprar unas botas, recuerdo una piedra con un crucifijo plateado que ponía "recuerdo del Valle de los Caídos", recuerdo una carta piadosa de mi padre, recuerdo dos muelas de oro en un cajón en el que había monedas de países extraños, recuerdo un bastidor de madera, recuerdo un hámster debajo de una lavadora, recuerdo un parchís cuyas fichas eran botones de colores, recuerdo las piezas de colores de un juego de construcción con las que hacíamos una cámara de fotos, recuerdo misteriosos papeles húmedos bajo la mesilla de madera de castaño, recuerdo el lignito y la bauxita que venían en unas cajitas de plástico verdes con el Colacao, recuerdo un jarrón hecho con macarrones decorados con pintura dorada, recuerdo cómo se llamaba la parte superior de la entena.
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6 comentarios:
Buenos días, pongo mi comentario en esta entrada dado que ha eliminado su traducción de la entrevista con Paul Auster. Creo que me he expresado mal, mo nota sobre el copyright no era en absoluto para que eliminará su trabajo de traducción (que es una iniciativa más que interesante) sino para indicar que hubiese podido, con bastante facilidad, pedir la autorización a Victor Martinez o Jean-Baptiste Para. Le indico el mail de Victor Martinez:
martinezvictor@orange.fr
Saludos
Le agradezco mucho su sugerencia, pero me da una tremenda pereza en tema de los permisos. No me importa invertir cinco horas en traducir (de forma amateur, naturalmente) un artículo tan interesante como la entrevista a Paul Auster, y mi intención era compartir la riqueza de sus contenidos, pero ¿como le diría? no estoy, especialmente en estos tiempos, por respetar reglamentos, sólo me interesa el conocimiento y su difusión, y creo que deberíamos relajarnos un poco con todo esto de los permisos. En mi post había puesto la portada de la revista y en el encabezamiento hacía referencia a todos los datos de su publicación. Es una revista envidiable, ojalá hubiese traducción en España, o mejor aún, una iniciativa parecida. Tengo otros números de la Revista Europe casi traducidos en su totalidad, especialmente el número dedicado a Yvan Goll, un autor completamente desconocido aquí y allende nuestras fronteras, pero de verdad que o me aparece un secretario que me haga gratuitamente los trámites de derechos o simplemente se quedarán en modo borrador. Disculpe tanta prolijidad y de nuevo le agradezco su sugerencia. En todo caso, ya que me proporciona usted tan amablemente el correo electrónico de Víctor Martínez, le haré llegar mi traducción y mis felicitaciones por su "jugosa" entrevista.
Le agradezco mucho su sugerencia, pero me da una tremenda pereza en tema de los permisos. No me importa invertir cinco horas en traducir (de forma amateur, naturalmente) un artículo tan interesante como la entrevista a Paul Auster, y mi intención era compartir la riqueza de sus contenidos, pero ¿como le diría? no estoy, especialmente en estos tiempos, por respetar reglamentos, sólo me interesa el conocimiento y su difusión, y creo que deberíamos relajarnos un poco con todo esto de los permisos. En mi post había puesto la portada de la revista y en el encabezamiento hacía referencia a todos los datos de su publicación. Es una revista envidiable, ojalá hubiese traducción en España, o mejor aún, una iniciativa parecida. Tengo otros números de la Revista Europe casi traducidos en su totalidad, especialmente el número dedicado a Yvan Goll, un autor completamente desconocido aquí y allende nuestras fronteras, pero de verdad que o me aparece un secretario que me haga gratuitamente los trámites de derechos o simplemente se quedarán en modo borrador. Disculpe tanta prolijidad y de nuevo le agradezco su sugerencia. En todo caso, ya que me proporciona usted tan amablemente el correo electrónico de Víctor Martínez, le haré llegar mi traducción y mis felicitaciones por su "jugosa" entrevista.
Buenos días Ana,
gracias por su respuesta. Creo que efectivamente es una muy buena idea ponerse en contacto con Victor Martinez que, a su vez, le podrá poner en contacto con Jean-Baptiste Para (estoy seguro que su iniciativa será de su agrado). Por mi parte, he traducido hace pocos meses una entrevista con Bernard Stiegler (http://scriptoriumdelascinco.blogspot.com.es/2011/02/pensamiento-bernard-stiegler-el-deseo.html) y el trámite para pedir la autorización es rápido y sencillo. No se trata tanto de legalidad o reglamento como de mera cortesía. En todo caso su blog es magnífico y muy reloevante et el panorama de las letras en lengua castellana.
Gracias a usted por sus sugerencias y sus amabilísimas palabras. En efecto, se trataba de un asunto de mera cortesía. Ni el autor ni la revista han puesto ninguna objección a la publicación de las traducciones. En cuanto haga las correcciones oportunas -ahora sí que me siento obligada a una mayor rigurosidad- republico la entrevista de Auster y por supuesto todo lo relativo a Yvan Goll. Me pasaré por su scriptorium en breve.
Ana: felicidades por tu mente, tan lúcida, y tu pluma, tan fantástica. Sigue escribiendo así. Me has dejado impresionada. Lourdes.
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