¿Será consciente Ladj Ly de haber hecho la película más feminista de los últimos tiempos? No. Y aquí está la grandeza de
Los Miserables. Un día en la vida de una especie violenta. El título, más allá de la referencia literaria obligada, refleja perfectamente el estado de un mundo de una brutalidad masculina insoportable. Ninguna mujer supera los primeros minutos sin una angustiosa sensación de encerrona. Queda claro que desde el principio esto va a ser una cuestión de fuerza bruta, y, efectivamente, estamos ante un
western contemporáneo casi en estado puro. Adornado también con el ritual que marca la biología, a la desmesura de esta fuerza bruta sólo se le oponen cada pocos metros de film unas escenas deliciosas en belleza, color y comportamiento amable, que son las que protagonizan las mujeres que sólo tienen boca para gritar en contra de la violencia sistemática que tienen que sufrir por parte de todos, o para realizar un bien extremo que no parece ser real, en medio de tanto horror; porque mientras la policía intimida y extorsiona, y los jefes de los clanes raciales intercambian chantajes en un contextos de absoluto vacío moral, la mujeres aparecen brevemente, unos segundos nada más, en un cuarto enfrascadas en una
tontina, una práctica de ayuda mutua en la que cada una pone dinero para hacer frente a las necesidades del grupo. Increíble. Pero dura poco, puede más el odio entre hombres gitanos, musulmanes, negros, policías, pederastas o camello. Sólo faltaba lo más horrible, el odio de los niños que pierden su inocencia cualquier día a cualquier hora por cualquier brutalidad. Ni lo cachorros se salvan, ni los humanos ni los animales. Sólo se salvan las mujeres, pero no encontré a nadie que hablase de esto, quizá sea la siguiente página que se escriba, dentro de unas décadas. No se sabe. Pero si esto es la violencia postmoderna que resultó de aquellas incendiarias escenas de
les banlieusard parisiennes de 2005, el futuro se presenta desgarrador. Parece que desde el cine se están dando señales de alerta máxima. El
Joker avisa de una rebelión de los marginados sociales,
Los Miserables ponen el punto de alerta en los niños que ya no lo son. No se puede ir más allá.
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