Bruno Schulz é un deses raros, nos que a literatura só é o camiño para chegar a lugares que moitas veces non desexariamos coñecer. Poucas veces a anguria de vivir se traslada ao texto con esta impresionante viveza. Os verbos imprimen accións a obxectos inverosímiles cargados de adxectivos que non corresponden a esa realidade coñecida e anodina que se nos presenta a cotío. A lingua parece que non fala pola súa boca o seu propio idioma pero a lectura de calquera dos seus textos acaba sacudíndonos e logo comprendemos esa mirada do autor que se autorretrata en debuxos coma este. Aí está case todo tamén, a distancia coa que ve o que ocorre ao seu redor, a desconfianza dunha (nova) realidade que non comprende, o descubrimento da verdade máis alá do que se ve cunha ollada simple, o medo e ata o terror de descubrir o outro lado do espello.
As súas obras pentencen a unha época de profundo cambio onde se tiñan que deixar atrás unhs modos de vida e uns valores que xa non cotizaban nun mundo que se estaba a incorporar nun modelo de producción baseado na economía da caducidade e a volatilidade, no que por outra parte, aínda vivimos.
Aquí vos deixo un texto:
"Nosotros no aspiramos -decía-, a obras de largo aliento, a seres duraderos. Nuestras criaturas no serán héroes de novels de muchos volúmenes. Sus papeles serán cortos, lapidarios, sus caracgteres sin profundidad. En ocasiones unicamente los llamaremos a la vida para que ejecuten un solo gesto o pronuncien una sola palabra. Lo admitimos abiertamente: no insistiremos en la duración o en la solidez de la ejecución, y nuestras criaturas serán casi provisionales, hechas para no servir más que una vez. Si fuesen seres humanos les daremos, por ejemplo, la mitad del rostro, una pierna, una mano, la que le srá necesaria para su papel. Sería pedante preocuparse por la otra -innecesaria-pierna. Por detrás podría, simplemente, hacerse un hilván o pintarlos de blanco. Nosotros pondremos toda nuestra ambición en este soberbio lema: un actor para cada gesto. Pra cada palabra, para cada acción, llamaremos a la vida a una diferente criatura humana. Tal es nuestro antojo, y ese será un mundo concebido a nuestro gusto. El Demiurgo amaba los materiales refinados, soberbios y complicados; nosotros damos preferencia a la pacotilla. Sencillamente estamos seducidos, cautivados por la baratija, la fruslería y la pacotilla. ¿Comprendeis -preguntaba mi padre- el profundo sentido de esa debilidad, de esa pasión por los trozos de papel de colores, por el papier mâché, por la laca, la estopa y el serrín?. Ese es -cotinuó con una dolorosa sonrisa- nuestro amor por la materia en sí, por lo que ésta tiene de moldeable y poroso, por su ineluctable consistencia mística. El Demiurgo, ese gran señor y artista, hace la materia invisible al hacerla desaparecer bajo los ojos de la vida; nosotros, al contrario, amamos sus disonancias, sus resistencias, su torpeza de golem. Nos gusta ver en cada uno de sus gestos, en cada uno de sus movimientos, su pesado esfuerzo, su inercia y su dulce torpeza.
[Las tiendas de la canela fina. Maldoror, 2003]
Obras:
El libro idólatra
El sanatorio de la clepsidra
La república de los sueños
Las tiendas de la canela fina
Interesante artículo de Mónica Keska sobre la adaptación de Schulz al cine
Bruno Schulz
Bruno Schulz. El mesías que nunca llegó a Drohobycz.por Mercedes Monmany
(Para Asia e Anna, dúas rapazas polacas moi dignas da literatura do seu país...)
1 comentario:
Teño unha "oferta" pra vostede, que non sabía onde remitirlla. É sinxelo, é unha invitación a que colabore no blog de varios autores "ELOS", de recente creación.
http://copieicheisto.blogspot.com
Se está interesada mándeme un mail a silvinho.galiza(arroba)gmail.com
Unha aperta
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