lunes, abril 01, 2013

El chino, Henning Mankell

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No me gusta que me atrapen deliberadamente, cuestión de orgullo, imagino. Quizás por eso he desarrollado un prejuicio también deliberado, frente a un género que abusa del poder del la ficción. Al lector de novela negra le queda poco margen para la interpretetación de unos hechos que sabe que han sido cuidadosamente seleccionados de la realidad para ser luego engastados con la precisión de un orfebre para ofrecer una muestra de genialidad literaria. Por eso no leí El Chino de Mankell predispuesta a que me zarandearan policías más o menos perspicaces ni personajes aparentemente secundarios que en un momento de la narración me descubriesen pistas ocultas que me animasen a participar en descubrimientos de culpables o tramas ocultas. El relato de Mankell está plagado de todas las fórmulas imprescindibles para mantener al lector en vilo, para asegurar la eficacia del texto, entendiendo esta, como objetivo en si mismo. Que el lector lea, si es posible, de un tirón, ese es el objetivo. Está bien. Y he de decir que lo consigue. Objetivo cumplido, por tanto. Mankell conoce la fórmula a la perfección. Te atrapa. Y así consigue ser traducido a 40 lenguas y vender millones y millones de ejemplares. Una no puede menos que aplaudir una gesta como esta en tiempos  donde la expresión escrita tiene que refugiarse en ciento y pocos caracteres. Pero lo interesante desde mi punto de vista, es leer El Chino como si fuese un ensayo. No le resta nada de valía a la obra. No la hace aburrida, ni mucho menos. No la sitúa a una fuera del escenario cómodamente sentada en una butaca de cine o de salón de lectura. Desde la posición de ciudadana preocupada por la negrura del mundo una atiende a los inesperados cambios de escenario con un valor añadido. El de la responsabilidad del que participa en la función. Ahí me atrapó a mi El Chino. ¿que está pasando realmente con China? ¿que tiene que ver la venganza con la historia? ¿como se explican determinados sucesos que cada día atribuimos a locos o grupos de radicales fundamentalistas? ¿en que legitimidad se fundamentan los regímenes más progresistas? Mankell escribió su novela cuanto ya había presentido hacía tiempo una nueva época de invasiones silenciosas. En 2006 China empezaba rebajar principios maoístas por materias primas en territorio africano. Ahora, en la red, ya hay estadísticas fiables que non muestran claramente nuevas formas de colonización y de saqueo. Los ricos han enseñado al gigante asiático la fórmula. Reacomodar principios e ideologías, incluso religiones al mercado no es sólo una opción, es una obligación para el lobo, el personaje con que abre y cierra Mankell su relato. 

1 comentario:

Joxito dijo...

Tiene buena pinta, gracias por comentarlo y hacerlo de una forma tan atractiva... lo incluyo entre mis tareas pendientes. Un abrazo