martes, noviembre 22, 2011

María Antonieta, Stefan Zweig





Mi biblioteca Zweig ya es más que respetable. El ritmo de mi insaciable sed de lectura se ve recompensado por preciosos hallazgos como esta María Antonieta publicada en 1935. He decidido adquirir sus obras en librerías de viejo porque el desafortunado conocimiento del autor quizás tenga como contrapartida positiva el que se puedan encontrar tesoros como este por un precio ridículo. Además, el placer de la lectura se enriquece mucho si ampliamos el campo de acción de todos nuestros sentidos. Esta María Antonieta de páginas amarillas, rugosas y polvorientas nos empujan indefectiblemente hacia atrás en el tiempo. El olor del papel viejo contrasta maravillosamente con esos perfumes delicadísimos con que era ungida la reina del rococó cada mañana por su infinita corte de doncellas y siervos. Afronté la lectura con un poco de desconfianza. No soy aficionada a las biografías y menos aún de las de los grandes personajes de la historia. Nunca he creído en la posibilidad de describir con con un rigor y objetividad medianamente aceptables la vida de los otros. La historia es un pantano misterioso y desde la literatura me parecía que muy difícilmente podría abordarse un período tan absolutamente decisivo como el de la Revolución Francesa sin las herramientas y metodologías más refinadas. Eran puros prejuicios. Cuando cerré la última página le miré cara a cara, al autor,y tuve que rendirme absolutamente a su maestría, su generosidad y su absoluto dominio de la palabra. En estas quinientas páginas entramos en Versalles, en Trianon, en el Temple, en la Conserjería. Vamos detras de los carruajes de la reina y podemos observarla de cerca, como si, como ella, estuviéramos de incógnito en una de sus horas de Paris at night. Desde la sala de los Espejos observamos a la Du Barry, a la Polignac, a Du Mercy y hasta divisamos siempre al fondo al enigmático Fersen. Leemos con la reina las cartas de su madre, María Teresa de Austria y nos invaden las ganas de empujarla para que ponga más atención porque disponemos de las mismas certezas que el narrador omnisciente. En pocos minutos nos vemos convertidos en uno más de aquel bon peuple y correspondemos con una sonrisa indolente al paso de Madama la Dauphine, pero de pronto nos descubrimos deambulando por oscuras calles empedradas en medio de una multitud que vocifera libelos contra la monarquía, pero sobre todo contra la reina a la que ya han convertido en la protagonista de todas las perversidades inimaginables. Louis, si tu veux voir / Bâtard, cocu, putain, / Regarde ton miroir, / La Reine et le Dauphin. Surgen a nuestro alrededor todos esos protagonistas de la historia que parecen salidos de la imaginación de Shakespeare. Ahí están Beaumarchais, Mirabeau, el Cardenal Rohan, Cagliostro con su logia, Mesmer presenciando sus experimentos con la tina magnética. En ocasiones nos detenemos en una líneas que delatan a un Zweig un poco atrevido, nos parece incluso que se han roto las invisibles líneas de la historia y del relato y que el autor en un alarde tipo Buster Keaton en El moderno Sherlock Holmes ha traspasado el escenario con atrevida impunidad. Entonces nos sonreímos en un guiño de complicidad en el que apreciamos la soberanía del artista. Porque tenemos que rendirnos ante la profesionalidad y el rigor de un escritor que ha trabajado con la técnica del mejor historiador. En medio de las intrigas hay espacio para aclaraciones metodológicas que aseguran la fidelidad del relato, porque con la humildad del que persigue la verdad hay declaraciones sobre el grado de verosimilitud de los momentos que se describen, de modo que las puertas se abren invitándonos a seguir pistas y caminos para interpretar por nosotros mismos. Me rindo absolutamente a este prodigio de escritor que no dejó en toda su vida de tratar de desentrañar los misterios más recónditos del alma humana. Ahora me espera María Estuardo y más adelante Fouché, pero mientras dejo reposar esta lectura me entrego a las memorias de Friderike, porque me puede la curiosidad de saber todo sobre la vida de este increíble Zweig.

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