martes, septiembre 18, 2007

El paraíso en la otra esquina, Vargas Llosa

Un xeito fermoso de coñecer dúas vidas tan intensas coma diferentes. A de Flora Tristán, unha muller que tentou mudar o mundo, e Paul Gauguin, seu neto, que tentou fuxir del na procura da verdade, da natureza, ou da cor, que ven ser o mesmo. Un mundo xa a piques de desaparecer foi o que atopou Koke na súa aventura. Hoxe eses fermosos topónimos maoríes e ata o nome do pintor empréganse como reclamo polas axencias de viaxes ao trópico. ¿que queda de todo esto?
Flora Tristán foxe do pracer porque a distrae da noble misión de facer valer os dereitos elementais de mulleres e obreiros. Paul, Koke, non sabe doutra cousa, a súa obra como lle dixera o Holandés Tolo estaba feita co seu falo.
Mario Vargas Llosa reconstrúe dúas vidas e dous mundos fascinantes, o da avoa, que nos amosa as víctimas da primeira industrialización, o imaxinamos en negro, e o do neto, na procura da felicidade, do pracer e do color, espértanos cunha luz cegadora que se nos manca e excita a un tempo.
Non son de etiquetas pero para os incondicionais da novela histórica este é un bo libro, boa literatura e boa historia, para abrir portas que nos levan a milleiros de paraísos...Atuona, Arequipa, Hiva Oa, Carlos Marx, o Holandés Tolo, as orixes do feminismo...os "mahus", os maoríes, a colonización....
¿descubrimos o secreto de pape moe, Koke?


Se hundió en el arroyo y Paul lo siguió. El agua fría le produjo una sensación bienhechora, lo liberó de la insoportable tensión. El leñador, al ver que Paul permanecía en el río, protegido de la corriente por una gruesa roca, dej´´o en la otra orilla la bolsa de provisiones y su taparrabos,y volvió a sumergirse, riendo. El agua cantaba y formaba ondas y espuma al chocar contra su armonioso cuerpo. "Está muy fría", dijo, acercándose a Paul hasta rozarlo. El espacio era verde azul, no piaba pájaro alguno, y, salvo el rumor de la corriente contra las piedras, había un silencio, una tranquilidad y una libertad que, pensaba Paul, debieron ser los del Paraíso terrenal. Tenía otra vez la verga tiesa y se sentía desfallecer de aquel deseo inédito. Abandonarse, rendirse, ser amado y brutalizado como una hembra por el leñador. Venciendo su vergüenza, de espaldas a Jotefa, se dejó ir hacia él y recostó su cabeza contra el pecho del joven. Con una risita fresca, en la que no detectó asomo de burla, el muchacho le pasó los brazos por los hombros y lo atrajo hasta tenerlo bien sujeto contra su cuerpo. Lo sintió acomodarse, acoplarse. Cerró los ojos, presa de vértigo. Sentía contra su espalda la verga, también dura, del muchacho, frotándose contra él, y, en vez de apartarlo y golpearlo, como hizo tantas veces con Luzitano, en El Chili y en el Jérôme-Napoleón cuando sus compañeros intentaban usarlo como mujer, lo dejaba hacer, sin asco, con gratitud y -¡Paul, Paul! - tambien gozando. Sintió que una de las manos de Jotefa rebuscaba bajo el agua hasta atrapar su sexo. Apenas sintió que lo acariciaba, eyaculó, dando un gemido. Jotefa lo hizo después, contra su espalda, siempre riéndose. Salieron del arroyo; con las telas de los taparrabos se sacudieron el agua que chorreaba de sus cuerpos. Luego, comieron las frutas que traían. Jotefa no hizo la menor alusión a lo ocurrido, como si no tuviera importancia o ya lo hubiera olvidade. Qué maravilla, ¿no, Paul? Ha hecho contogo algo que, en la Europa cristiana, provocaría angustias y remordimientos, una sensación de culpa y vergüenza. Pero, para el leñador, ser libre, fue una mera diversión, un pasatiempo. ¿que mejor prueba de que la mal llamada civilización europea había destruído la libertad y la felicidad, privando a los seres humanos de los placeres del cuerpo?...

1 comentario:

Juann! dijo...

!Un libro Fascinante!